[RP] Casa Luna de Plata

Llegó a casa feliz, el día más feliz de su vida. La joven le había dicho que si. Estaba tan feliz, que aún cuando había dejado algo preparado para cenar, esa felicidad ya le llenaba en todos los sentidos. El que esa noche comió como los marqueses de la capital del Reino fue Centinela. Para él fue gran parte de esa cena que de otro modo se hubiera desaprovechado.

Cuando acabó de colocar algunas cosas, marchó a la habitación seguido del cachorro, el cual se tumbó a los pies de la cama como todas las noches. El alguacil cerró los ojos intentando dormir pero le era difícil hacerlo. Cada poco se despertaba recordando aquella tarde. Fue una noche en la que no descansó, pero no le importaba.
Finalmente decidió levantarse, pues estar despierto en la cama y dando vueltas lo único que conseguía era acalorarse y los primeros rayos de luz ya asomaban por el este.

Bajó las escaleras, y observó que a los pies de la puerta había una nota.
- ¿Alguna notificación desde la alcaldía o la comisaría? Pero si es muy temprano… – pensó
Se acercó a cogerla, le dio la vuelta y la leyó. No, no era ninguna tarea en la que se le requería, era de su amada.
- Vaya, parece que no soy el único que no ha podido dormir esta noche – sonrió feliz.

Centinela apareció por allí dando tumbos y medio dormido. El alguacil le vio.
- ¡Centinela! ¿Te apetece salir hoy a dar una vuelta?
El perro no hizo gesto alguno, simplemente se tumbó de nuevo y se durmió.
- Pues ve despertándote que hoy sales.

Soltó la nota en una pequeña mesa y marchó a la cocina a prepararse algo para comer. Desayunó bien, leche con unos huevos cocidos y algo de pan previamente tostado al fuego. Como ya estaba en ello, pensó que la joven podría tener hambre, así pues tomó su alforja y metió algo de comida para tomar algo ambos a media mañana.
Al acabar de prepararlo todo, se dirigió a su habitación, se cambió de ropa, bajó de nuevo, tomó la alforja, despertó a Centinela y marchó al encuentro de Nabi.

No tardó mucho en llegar. El cachorro se espabiló rápidamente y empezaba a tirar de él como casi siempre hacía llegando ambos muy rápido a los campos de la joven. Una vez allí, ató a Centinela en una verja cercana, no quería que el perro delatara su presencia y echara por tierra su idea de darle una sorpresa a la bruja.
Dio un rodeo con cuidado de que no le viera, buscándola, hasta que oyó una dulce voz tarareando una canción. Era ella, estaba con una cesta recolectando sus maíces.
Fue por su espalda sigilosamente y sin hacer ningún ruido, el hecho de que tarareara la canción le ayudaba a que no le oyera. En cuanto vio la oportunidad, se acercó por su espalda y desde atrás le tapó los ojos.
- ¡Buenos días, preciosa!
Le dijo al oído susurrándole y acto seguido la besó dulcemente en los labios.
- ¿Cómo vinistes tan pronto? ¿Tampoco pudistes dormir?

La joven estaba completamente distraída cogiendo las mazorcas, cuando de pronto sintió las manos de alguien tapándole los ojos.
- ¡Buenos días, preciosa! - escuchó en un susurro.
Sonrió, devolviendo el beso.
- Buenos días.
- ¿Cómo vinistes tan pronto? ¿Tampoco pudistes dormir?
- Nada de nada. Todo por ti, y por los recuerdos de ayer por la tarde.

Posó las mazorcas que tenía en sus brazos en la cesta.
- No me esperaba que vinieras tan pronto. Por tu pregunta, veo que has dormido lo mismo que yo.
Miró la plantación y vio que aún le quedaba trabajo por hacer.
- La verdad es que no tengo ganas de seguir perdiendo el tiempo aquí. Voy a acelerar el proceso de mis obligaciones.
Pusó las cestas en fila, después se giró y comenzó a murmurar mientras movía las manos. Hizo que las mazorcas que estaban unidas a las plantas se soltaran de las mismas y volaran para posarse en las cestas. Después, obligó a las mismas a ir volando hacia el almacén que estaba próximo.

Se quedó con dos cestas, las cuales cogió de las asas.
- Una es para vender en el mercado, y la otra para comer hoy. Que, por cierto, estás invitado. Hay que celebrar que estamos juntos- dijo sonriendo.
Fueron dando un paseo hasta el mercado, con Centinela correteando a su alrededor. Nabi se agachó para coger un palo y se lo lanzó lejos. Al poco, el perro volvió con el palo en la boca, y fue con él en la boca hasta el mercado.

Cuando ya se hubo liberado de una cesta, la joven compró algo de carne y Centinela, al olerlo, se puso a saltar alrededor de la bruja.
- ¡Oye, no es para ti! Jajaja Koal, ayúdame.
Decidió comprar algo más de carne para el animal, y fueron a su casa a dejarlo todo.

- Ponte cómodo, que yo voy a hacer la comida. En el salón hay algunos libros que podrían gustarte, no sé si los habrás leído ya. Si necesitas cualquier cosa, ya sabes dónde estoy.
Le besó y se fue a la cocina. Se estuvo toda la mañana preparando la comida. Al terminar, se dio cuenta de que no tenía postre. "¡Maldición!, tienes el primer y segundo plato, y no tienes el postre. Mira que eres despistada, Nabi". Cogió algunos escudos, y con sigilo vio que su amado estaba distraído.

Volvió a la cocina y chasqueó los dedos, desapariendo de su casa y apareciendo en el callejón donde estaba una panadería. Por suerte, ya no había mucha gente, por lo que pudo comprar el postre y volver de la misma forma.

Posó la tarta sobre la repisa y puso la mesa. Dejó la bebida servida, puso la comida de Centinela en un plato en la cocina y fue al encuentro del alguacil. Besó su pelo.
- ¿Entretenida la lectura? Siento tener que cortarte, pero la comida ya está lista. Centinela tiene la suya en la cocina.

-(…) No me esperaba que vinieras tan pronto. Por tu pregunta, veo que has dormido lo mismo que yo.
- ¡Aciertas! Al menos nuestro insomnio fue por buenos recuerdos ¿no? – le acariciaba el pelo mirándola

La joven decidió acabar de una vez con la tarea y empleó sus poderes pare ello, recolectando y guardando todo el maíz en un almacén salvo dos cestas.
- Una es para vender en el mercado, y la otra para comer hoy. Que, por cierto, estás invitado. Hay que celebrar que estamos juntos.
-Encantando de ir, pero déjame a mí llevar una de las cestas, no vas a ir tu cargada con las dos.
La bruja aprovechó el liberarse de una de ellas para jugar con Centinela.

Continuaron hasta Soria, hasta el mercado, donde la joven vendió su cesta y compró carne, atrayendo la atención del cachorro que se puso muy pesado a su lado.
- ¡Oye, no es para ti! Jajaja Koal, ayúdame.
- ¡Centinelaaaa! ¿Qué te tengo dicho? - poniendole al cachorro mala cara.
El perro se apartó al instante recordando que con la comida no se juega, pues no era la primera vez que le regañaban por ello.

Finalizada la compra, marcharon hasta la casa de la joven.
- Ponte cómodo, que yo voy a hacer la comida. En el salón hay algunos libros que podrían gustarte, no sé si los habrás leído ya. Si necesitas cualquier cosa, ya sabes dónde estoy.
- Si quieres puedo ayudarte con la comida.

Como la joven rechazó la oferta con un beso, se dedicó a ver uno a uno los libros que tenía bien ordenados en una estantería. Los ojeó un poco y se quedó con uno ellos que le llamó la atención y comenzó a leerle tranquilamente durante toda la mañana escuchando levemente ruidos procedentes de la cocina donde la bruja preparaba la comida.
Ya casi lo tenía terminado cuando un agradable olor procedente de la cocina comenzó a aflorar y al instante sintió un beso en su cabeza.
- ¿Entretenida la lectura? Siento tener que cortarte, pero la comida ya está lista. Centinela tiene la suya en la cocina.
Soltó el libro y tocó la cabeza de la joven.
- La verdad es que sí, está bastante bien este relato. ¿Vamos a comer pues?

Se dirigieron ambos a comer. La mesa ya estaba puesta y todo lo que veía tenía una pinta exquisita.
- No tenías porque haberte molestado tanto. Tiene todo una pinta estupenda.
La besó.
- Eso porque seguro que está todo buenísimo - sonrió
Y comenzaron a comer.

Nabi comenzó a servir el primer plato.
- No tenías porque haberte molestado tanto. Tiene todo una pinta estupenda.
- No es ninguna molestia. Lo hice de buena gana.
Respondió al beso.
- Eso porque seguro que está todo buenísimo.
- Espero que te guste.
Se sentó y comenzaron a comer.

Al terminar, la joven retiró los platos.
- Aún queda lo mejor.
Fue hacia la cocina dejándole con la intriga, y volvió con el pastel.
- Antes de atacarlo, hay algo que quiero hacer.
Echó más vino a las copas y le pasó la suya al alguacil.
- Un brindis, por nosotros- dijo sonriendo y alzando la copa.
Cuando chocaron las copas y bebieron, la bruja sirvió dos trozos y comieron el postre.

Vio cabecear al alguacil.
- ¿Quieres echarte un rato? Veo que lo necesitas.
Le puso un par de cojines en un extremo del sofá y le invitó a tumbarse en él.
- Que duermas bien- dijo dándole un beso.

Ella volvió a la cocina y lavó todo lo que habían manchado. Cuando volvió a la sala, LordKoal ya estaba dormido. Procurando no hacer mucho ruido, sacó una manta fina, le tapó y le besó, acariciando su pelo. Centinela miraba mucho a su amo con intenciones de subirse, así que la bruja le cogió en brazos.
- Dejémosle descansar, ¿vale?

Como no tenía nada mejor que hacer, se puso con el libro que le había prestado su amado algunos días atrás, pero sin atreverse a tocarlo. El perro se había dormido en su regazo, y Asmodeus estaba sentado sobre la mesa.
- Nabi, el chucho está en mi sitio.
- Puedes tumbarte sobre él- respondió en voz baja sin desviar la mirada de los libros.
- Sabes que no le soporto- dijo el gato en el mismo tono.
- Es un cachorro, como tú.
- Imposible.
- Claro que lo es. Ya sabes que yo no miento.
- Pero es tan grande...
- Cuando te ve, sólo quiere jugar contigo. Dale una oportunidad.
- Me lo pensaré. ¿Qué estás haciendo?
- Intentar quitar un hechizo a este libro para poder abrirlo. Sé que no tiene ninguno fuerte.
- Pero todavía no sabes cuál es.
- Exacto. Siendo un hechizo inofensivo, me la juego.

Acercó la mano al libro, y enseguida la retiró, sintiendo como le había soltado una descarga.
- ¡Au!- exclamó agitando la mano.
El gato soltó un bufido al libro al asustarse. Miró hacia el alguacil, quien sólo se había retorcido un poco en sueños.
- Ya sabiendo qué tipo de hechizo es, voy a buscar su contrahechizo.

Y eso hizo. Se quedó absorta en sus libros, perdiendo toda atención de lo que sucedía a su alrededor.

Todo lo que comió estaba exquisito, pero la joven le guardaba una sorpresa.
- Aún queda lo mejor.
Fue a la cocina y regresó con un pastel. Ella sabía perfectamente el gusto del alguacil por los postres.
- Antes de atacarlo, hay algo que quiero hacer. Un brindis, por nosotros.
- Por nosotros - sonrió
Bebió de su copa y a continuación la joven le sirvió el pastel, que como era de esperar sabía a gloria.
- Una comida deliciosa, Nabi. Tienes buena mano para la cocina. Me vas a enamorar aún más con platos como los de hoy.

Al poco de terminar, empezó a entrarle sueño. La copiosa comida y el no haber dormido esa noche empezaron a hacer mella en él. La joven se dio cuenta al instante.
- ¿Quieres echarte un rato? Veo que lo necesitas.
- La verdad es que sí, aunque no me siento bien por ponerme a dormir tras comer y dejarte sola siendo tu invitado.
Se acomodó en el sofá que le preparó su amada, cerró los ojos y casi al instante empezó a quedarse dormido.

Tras largo rato en tierras de Morfeo, un sonido le desveló, no sabía que fue pero le llevó de golpe al mundo real, aunque mantuvo los ojos cerrado intentado dormirse de nuevo. Pero ya no lo consiguió y contra su voluntad escuchó como su amada intentaba realizar algún tipo de contrahechizo sobre algún objeto. Decidió entonces incorporarse, se restregó los ojos y estiró los brazós y al mirar a su lado la vio allí, cerca de él, totalmente concentrada en sus libros.
- ¿Cuanto he dormido? Ups, perdona si te interrumpo algo.

La bruja estaba tan ensimismada en descubrir cómo abrir el libro, que no oyó la pregunta. Casi al instante, sintió unos brazos que la rodeaban, lo que hizo que se sobresaltara.
- Menudo susto, me pasa por estar tan ausente.
LordKoal le repitió la pregunta.
- Depende de lo que consideres mucho. Ha sido más o menos una hora. ¿Has dormido bien?

Vio su cara de curiosidad, y le explicó lo que había averiguado. El perro se había despertado al oír la voz de su amo, así que lo bajó al suelo.
- Ya sé lo que pasa si intento tocar el libro. Mira.
Volvió a intentarlo, obteniendo el mismo resultado.
- Me está intrigando el contenido de este libro. ¿Qué tendrá escrito para guardarlo con tanto esmero?

Suspiró, levantándose de la silla.
- Creo que por hoy ya vale de indagar. ¿Qué te parece si vamos a dar...?
Dejó la frase inacabada, viendo cómo llovía a cántaros.
- ...O mejor nos quedamos aquí y vemos cómo pasamos la tarde. Soy toda oídos ante las ideas.

Se quedaron un rato en silencio.
- Ya sé. Creo que no te he enseñado la casa, así que te haré una visita guiada.
Comenzó a mostrarle toda la casa, de abajo a arriba, incluídas las vistas del balcón de su habitación. Terminaron en el desván.
- Bueno, y aquí tengo todas las cosas que no utilizo y quiero conservar. Siéntete libre de mirar lo que quieras, que iré aclarándote de qué época es cada cosa.

- (…) Depende de lo que consideres mucho. Ha sido más o menos una hora. ¿Has dormido bien?
- Plácidamente la verdad, lo necesitaba – comentó sonriente.

Observó con curiosidad que estaba haciendo con el libro que le prestó.
- Me está intrigando el contenido de este libro. ¿Qué tendrá escrito para guardarlo con tanto esmero?
- Ni idea, no sé que pone en él, pero a mí no me hace esas cosas. He podido ojearle sin problemas. Supongo que es por tus poderes.

Tras dejar aquello por imposible, decidieron hacer otra cosa. Iban a salir a dar un paseo por Soria, pero comenzó a llover repentinamente y tuvieron que quedarse en casa.
- Ya sé. Creo que no te he enseñado la casa, así que te haré una visita guiada.
- Cierto, muy cierto. Apenas la conozco salvo las estancias principales.

Tras mostrarle toda la casa, llegaron a la última estancia, el desván. Era el lugar más lúgubre de la misma, pero al mismo tiempo el que más objetos de interés tenía y el que mayor curiosidad despertaba en el alguacil.
- Bueno, y aquí tengo todas las cosas que no utilizo y quiero conservar. Siéntete libre de mirar lo que quieras, que iré aclarándote de qué época es cada cosa.

El joven comenzó a mirar poco a poco el lugar con la ayuda de un candil que su amada le había dejado. Había toda clase de cosas, desde antiguas prendas y muebles, a raros objetos cuyo uso desconocía pasando por aperos de labranza del campo como azadas y palas.
- Aquí tienes casi de todo la verdad – comentó - ¿Es todo tuyo o parte es heredado?

Continuó mirando y se detuvo delante de varios objetos uno de ellos un capa de tela que ocultaba algo. Le llamó la atención y decidió ver que había bajo ella.
-¿Y esto qué es? – dijo mientras levantaba la capa.
Cuando terminó de descubrir aquello y se retiró el poco polvo que se levantó pudo ver lo que era, el traje que se había comprado para su fallida boda.
-¿Aún lo sigues guardando? – preguntó perplejo.

- Aquí tienes casi de todo la verdad – comentó - ¿Es todo tuyo o parte es heredado?
- Parte heredado, aunque no sé si por la parte paterna o la materna.

Le dejó curiosear a su aire, y desvió la vista a un pequeño desorden que había a su lado. Trató de disimularlo.
- ¿Y esto qué es?
- Espera eso...- no le dio tiempo a terminar la frase.

El vestido de novia quedó al descubierto, y la joven se quedó pálida.
- ¿Aún lo sigues guardando?
- Lo tengo como recordatorio. Me juré a mí misma no pisar un altar, y guardé el vestido por si alguna vez me daba la tentación de volver a intentarlo- explicó mientras volvía a taparlo.

Tras pasar el rato incómodo, el alguacil siguió mirando las cosas de la bruja. Le fue explicando para qué servían, hasta que llegaron a la rosa.
- Esto fue un regalo de Miguel por mi cumpleaños. Y justo aquí al lado está mi anillo de compromiso. Los tengo aquí por si algún día voy mal de dinero, tengo algo para vender.

Cuando terminó, volvieron a bajar. Allí se encontraron con una carta. La joven la leyó.
- Me mandan a Valladolid a hacer unas gestiones. ¿Quieres venir conmigo? Podrían ser unas vacaciones interesantes, solos tú y yo.

Al recibir la respuesta afirmativa, Nabi sonrió.
- Perfecto, podemos empezar a hacer los planes.

Preparó unos tés con pastas y los llevó al salón, donde comenzaron a planear el viaje.
- Dejaré a Asmo cuidando de la casa. Otra cosa que te quería comentar. No me apetece nada quedarme otra noche en vela, y me supongo que a ti tampoco. Así que, ¿quieres quedarte a dormir conmigo hoy?

Tras acabar su “aventura” en el desván de la bruja, bajaron de nuevo y encontraron una carta en el suelo que la joven leyó.
- Me mandan a Valladolid a hacer unas gestiones. ¿Quieres venir conmigo? Podrían ser unas vacaciones interesantes, solos tú y yo.
- Eso suena muy bien. Creo que necesitamos un poco de tiempo fuera después de tantos meses en Soria. Y qué mejor que junto a ti. - comentó sonriente.
- Perfecto, podemos empezar a hacer los planes.
- Sí, porque no. No tengo nada que hacer.

Le dio un beso antes de que la joven marchara a la cocina, volviendo posteriormente con algo para comer y beber.
- Dejaré a Asmo cuidando de la casa. Otra cosa que te quería comentar. No me apetece nada quedarme otra noche en vela, y me supongo que a ti tampoco. Así que, ¿quieres quedarte a dormir conmigo hoy?
- Yo me llevaré a Centinela, así nos acompañará. Además, le hace falta habituarse a largas caminatas. - la miró y continuó - Ensillaré unos caballos de las cuadras para que nos ayuden a llevar las carretas. Si partimos mañana, en tres días deberíamos estar en Valladolid si no sufrimos ningún contratiempo, que lo dudo.

Tomó una de las pastas, se la comió y sorbió el té de su vaso dejándolo de nuevo sobre la mesa.
- Respecto a tu otra cuestión. Espero que esto te sirva de respuesta.
Se levantó se dirigió hacia ella y la besó tiernamente en los labios siendo correspondido.


Al día siguiente, iniciaron el viaje la bruja, el alguacil y su perro centinela. El camino les llevaría por otras villas castellanas como Osma y Aranda de Duero antes de alcanzar Valladolid, donde habían enviado a la joven a realizar diversas tareas para Soria y de paso se quedarían unos días a descansar y compartir algo de tiempo juntos sin obligaciones ni responsabilidades.
Nada más llegar a dicha villa, la cual el alguacil no conocía aún, la joven les guió primeramente hasta los establos, donde dejaron a los caballos y después hasta una posada en el centro donde alquilaron una habitación para los dos y salieron a conocer la villa.
- Bueno preciosa, pues ya estamos aquí. No conozco nada del lugar y sé que tú ya has estado varias veces, así que si quieres, podríamos dar un paseo y me enseñas todo esto.

Ya en Pucela, dejaron las cosas en la posada.
- Bueno preciosa, pues ya estamos aquí. No conozco nada del lugar y sé que tú ya has estado varias veces, así que si quieres, podríamos dar un paseo y me enseñas todo esto.
- ¿Te parece que vayamos después? Ahora tengo tanto hambre que mataría por un plato de comida.

Decidieron comer en la posada, y después fueron dando un paseo por toda la ciudad, y la joven le iba explicando dónde estaban los lugares más importantes. Habían dejado a Centinela en las caballerizas, por lo que fueron tranquilos todo el camino.

Unos días después, tras disfrutar de la compañía del otro, Nabi decidió preguntarle algo que llevaba rondándole la cabeza varios días y que no había querido comentarle al alguacil, pese a los intentos de este por saberlo. Fue a buscarle a la taberna y le besó a modo de saludo. Tras la charla banal inicial, la bruja se quedó pensativa sobre cómo decírselo.
- Koal, ya hemos dormido juntos varias noches. Bueno, y lo que no ha sido dormir- dijo con una sonrisa de complicidad-. Puede que parezca pronto para esto, y entiendo que te lo quieras pensar, pero... ¿te gustaría venirte a vivir conmigo?

Al recibir la respuesta afirmativa, le abrazó y besó.
- Ya te ayudaré con la mudanza cuando volvamos. Ahora debemos celebrarlo, y no, no con una borrachera, que aún recuerdo vívidamente los efectos de la última.
El día que volvieron a Soria, la bruja descansó como nunca. A la mañana siguiente, aún muy pronto para el amanecer, se levantó somnolienta. Bajó las escaleras y vio un sobre que contenía una invitación. La leyó detenidamente, y al principio pensó en no ir, ya que no era dada a las fiestas. Mientras se iba haciendo el desayuno, fue cambiando de opinión.

Estuvo pensando qué iba a ponerse, y después se pasó por la casa de LordKoal con la carta en la mano.
- Perdona que te moleste tan temprano, pero sabes lo olvidadiza que soy para algunas cosas. Te quería comentar que me ha llegado esta carta para un baile y... bueno... se puede ir con alguien, y había pensado que podría ir contigo.

Cuando llegó el día esperado, y Nabi ya estaba lista, y dado que ese día estaban ambos ocupados hasta poco antes del baile, fue al lugar en el que había quedado con el alguacil.

Pasaron los días en Valladolid, unos días maravillosos para ambos que les unió aún más si cabe. El joven no tenía más que dulces palabras para su amada. Quería verla feliz y en ello ponía todo su empeño.
Durante todo el viaje, ella le mantuvo oculto algo que quería preguntarle y, por más que el alguacil lo intentaba, la bruja no cedía, hasta que por fin estando en Valladolid y tras cierta “situación”, accedió a contárselo.
- Koal, ya hemos dormido juntos varias noches. Bueno, y lo que no ha sido dormir… Puede que parezca pronto para esto, y entiendo que te lo quieras pensar, pero... ¿te gustaría venirte a vivir conmigo?
- ¿Qué si me gustaría? Nada me haría más feliz y lo sabes, además que ya prácticamente pasamos casi todo el día juntos.
Ella le abrazó y le besó, correspondiendo el alguacil de igual modo.
- Ya te ayudaré con la mudanza cuando volvamos. Ahora debemos celebrarlo, y no, no con una borrachera, que aún recuerdo vívidamente los efectos de la última.
El joven río al recordar aquella borrachera.
- No creo que tenga que cambiar muchas cosas a tu casa, sólo lo imprescindible.
Le dedicó una sonrisa.
- Y sí, mejor sin cervezas, que además tenemos que viajar de regreso a Soria en breve - quedó pensativo - Creo que se me ocurre como celebrarlo…
La miró fijamente con una sonrisa y ella ya intuía de qué se trataba.

Al día siguiente, emprendieron el viaje de regreso a Soria, a la que llegaron sin contratiempo alguno.La primera noche durmieron cada uno en su casa, necesitaban descansar del viaje.

A la mañana siguiente, su perro le despertó sobresaltado y al ir a mirar que era, encontró un pequeña nota en el suelo, una invitación a un baile de disfraces. No le dio mayor importancia, pues él no sabía bailar y mucho menos tenía disfraz alguno.
Como se había desvelado por completo y no era buena idea volver a la cama a dormir, se dedicó a otros quehaceres, entre ellas acabar un pequeño detalle que le haría a su novia por la mudanza. Largo rato después, alguien llamó a la puerta, era su amada.
- Perdona que te moleste tan temprano, pero sabes lo olvidadiza que soy para algunas cosas. Te quería comentar que me ha llegado esta carta para un baile y... bueno... se puede ir con alguien, y había pensado que podría ir contigo.
- Tú nunca molestas - la besó - Si, también me llegó la invitación esta mañana. Justo la recogía del suelo que Centinela la acababa de tirar. Me encantará acompañarte, pero tendría que hablar alguna cosa contigo ya que necesitaré...

La invitó a pasar y le comentó su indecisión tanto sobre el disfraz que llevaría como su absoluto desconocimiento en el arte de la danza y los bailes. Comieron juntos, y por la tarde ella le ayudó con el traje y después le enseñó los pasos básicos para bailar, todo bajo la atenta mirada de Centinela.

El día del baile se disfrazó tal y como tenía pensado y fue a buscarla donde habían quedado, al final de la calle de ambos.

Tras una noche en la que ambos se lo pasaron bien, la joven volvió agarrada del brazo de su novio, riendo mientras trataban de llegar a su calle.
- Tengo los pies destrozados, pero me lo he pasado genial. Con gusto lo repetiría. Suerte que mañana no tenemos nada que hacer.

Viendo que se iba, la bruja le agarra de las manos.
- ¿Dónde piensa que va, señor alguacil?
Antes de que respondiera, le besó. Hizo un movimiento con la mano, dejando que la puerta se abriera sola. Sube el escalón y tira de sus manos sonriendo, invitándole a pasar.

A la mañana siguiente, la joven aún nota las piernas cargadas, así que ni se molestó en levantarse. Giró la cabeza y vio a LordKoal durmiendo plácidamente. Se le ocurrió molestarle, por lo que empezó a pincharle con un dedo por varias zonas de la cara y el brazo. Estuvo un buen rato así, hasta que le vio abrir los ojos.
- Buenos días, dormilón- dijo dándole un beso a continuación.

Tras quedarse un rato más tumbados, la bruja preguntó:
- ¿Tienes algún plan interesante para hoy? Porque yo no. Además, tiene pinta de que va a hacer mal día.

- (…) Tengo los pies destrozados, pero me lo he pasado genial. Con gusto lo repetiría. Suerte que mañana no tenemos nada que hacer.
- Sí, yo también me lo he pasado muy bien. Y si, mañana es día libre, ideal para descansar a pierna tendida.

El joven besó la mano de su novia y se disponía a marcharse a su casa cuando…
- ¿Dónde piensa que va, señor alguacil?
- Pues a mi…
No le dejó acabar, ella le besó y le invitó a pasar a su casa y dormir esa noche ahí.

Durmió como nunca y se despertó al sentir algo, no sabía que era, pero al abrir los ojos, vio a su amada a su lado.
- Buenos días, dormilón
Le besó, respondiendo al mismo.
- Buenos días, preciosa. La verdad que despertarse así no puede considerarse otra cosa que buenos.

Continuaron tumbados un rato hasta que ella preguntó:
- ¿Tienes algún plan interesante para hoy? Porque yo no. Además, tiene pinta de que va a hacer mal día.
- ¿Tú has descansado? ¿Sigues con las piernas igual que ayer?
Al asentir ella a lo segundo, quedó pensativo un instante.
- Ya sé… quédate aquí, que vuelvo en un rato.
La besó en la frente, se levantó, se vistió y bajó a la cocina a prepararle algo de desayunar. No tardó mucho, pues había todo lo que quería y cuando acabó, regresó a la habitación.

- Ya regresé – comentó sonriente – ¡Te traigo el desayuno!
Puso la bandeja al lado de la cama, sobre una mesita, con todo lo que había preparado. Había un poco de todo: leche, huevos, tocino ahumado, pan tostado…
- Come lo que quieras y puedas, si sobra, ya lo me lo comeré yo - rompió a carcajadas.

Tras desayunar y recogerlo todo, volvió a la habitación y se sentó junto a ella en la cama.
- Se me ocurre... ¿y si me llevas a conocer otros reinos? Podríamos mirar lugares y planificar el viaje.
Se levantó y se puso de rodillas en la cama.
-Pero antes, déjame darte un masaje en las piernas.

- Ya sé… quédate aquí, que vuelvo en un rato.
La joven sintió un beso en la frente que la sacó una sonrisa.

Aprovechó que se había quedado sola para ponerse algo y quedarse medio incorporada, tratando de desperezarse del todo. Se quedó sumida en sus pensamientos hasta que el alguacil volvió.
- ¡Te traigo el desayuno!
Al ver todo lo que traía, se quedó boquiabierta.
- Este es el desayuno de un rey.
- Come lo que quieras y puedas, si sobra, ya lo me lo comeré yo.
- Jajaja tendremos para saciarnos los dos, yo no puedo con todo esto.

Cuando terminaron de desayunar, se quedaron un poco más en la cama.
- Se me ocurre... ¿y si me llevas a conocer otros reinos? Podríamos mirar lugares y planificar el viaje.
- Me parece buena idea. Ya que nunca has salido de Castilla, se me ocurre llevarte a algunos sitios.
- Pero antes, déjame darte un masaje en las piernas.
- Oh, no hace falta.
Al ver que no se movía, echó las mantas hacia atrás y se subió el camisón hasta las rodillas. Después, tal y como hablaron, fueron planificando la ruta a seguir.

Días después, salieron con rumbo a su primer destino: Calatayud. Allí, hablando con LordKoal, conoció nuevas gentes y entabló una conversación con alguna de las lugareñas. Un rato después, y tras despedirse, volvió a la conversación inicial con su novio, pero estaba distante.

Tras aliviarle un poco el cansancio de las piernas con un suave masaje, planificaron el viaje.
Irían hacia Cataluña pasando primero por Aragón y volviendo después por Valencia. Marcó la ruta debidamente en el mapa, hicieron un recuento de los enseres y víveres necesarios para el camino y decidieron el día de partida.

Llegado tal día, ensillaron los caballos, prepararon bien las carretas y se lanzaron a su primer gran viaje juntos. Era la primera vez que el joven visitaba otros reinos que no fueran su querida Castilla y estaba emocionado por ello, más aún haciéndolo junto a la bruja, que le llevaría hasta el lugar en el que nació, Tortosa.

La primera parada les llevó a Calatayud, la primera población del Reino de Aragón. Allí entablaron conversación con sus habitantes en algunas de las tabernas, pero el joven alguacil no se encontraba muy cómodo en el lugar, apenas conocía a nadie, todo lo contrario que su novia, que rápidamente hizo amistades. Esto le hizo sentirse apartado, fuera de lugar y su novia apenas le prestó atención, por lo que estuvo bastante ausente, distante y apenas dijo palabra. Y ella lo notó.

El viaje siguió hasta Zaragoza. Una vez en ella, el joven quiso disculparse por su actitud en Calatayud, por lo que antes de encontrarse con ella, fue a un mercado cercano y compró algo. Se encontró con ella y comenzaron a hablar sobre lo sucedido:
- Discúlpame por lo de ayer, me sentí desplazado y no sabía qué hacer, por lo que no tenía ganas de hablar. Me siento mal por no contarte lo que me pasaba - hizo una pausa - Acepta esto como mis disculpas por mi actitud.
Sacó algo de su bolsillo, un pequeño obsequio, y se lo entregó.
- Sabes que te quiero muchísimo.

La joven también se disculpó y tras ello, se besaron.


Al día siguiente, reemprendieron el viaje. Apenas pararían para dormir en cada lugar. Esto les llevó a visitar fugazmente Huesca y Monzón antes de entrar en territorio del Principado de Cataluña, por Lleida y posteriormente partir hacia Tarragona, la última ciudad antes de llegar a Tortosa, el lugar de nacimiento de su amada.
Cada lugar al que llegaba el joven le parecía peculiar y miraba todo con curiosidad, más aún con las explicaciones de hechos pasados que le ocurrieron a su novia en sus anteriores visitas. En todas las ciudades ella le tenía algo que contar y él prestaba atención a todo. Sentía una envidia sana de lo vivido por ella en el pasado, al menos por casi todo.

Finalmente, y tras pasar unos días en Tarragona visitando a unos amigos, llegaron a las inmediaciones de Tortosa.
- Por fin llegamos al lugar en el que naciste, preciosa.
Miró la ciudad a lo lejos y después la miró a ella.
- Espero conocer todo de esta ciudad, donde pasastes tu infancia, donde jugabas y.... - suspiró por la posibilidad - ...a ser posible, conocer a tu madre.

- Discúlpame por lo de ayer, me sentí desplazado y no sabía qué hacer, por lo que no tenía ganas de hablar. Me siento mal por no contarte lo que me pasaba.
- Perdóname tú a mí también. No me di cuenta de ello, y tampoco fue intencionado.
- Acepta esto como mis disculpas por mi actitud.

Recibió el pañuelo y, al ver las palabras escritas, se le escapó una sonrisa.
- Sabes que te quiero muchísimo.
- Y yo a ti. Perdona por hacerte sentir así.

Varios días después, llegaron a su destino: Tortosa.
- Por fin llegamos al lugar en el que naciste, preciosa.
- Sí. Hace años que no venía. ¡Qué recuerdos!
- Espero conocer todo de esta ciudad, donde pasastes tu infancia, donde jugabas y....
- ¿Y...?
- ...A ser posible, conocer a tu madre.
- Ojalá sea posible. Le escribí una carta, tanto a ella como a mi tío. Sólo Jasaca respondió, espero verle al menos a él. Sé que la casa de mis padres está libre, así que podemos ocuparla en el tiempo que estemos aquí. Un dinero que nos ahorramos en no pagar una posada.

Y allí fueron. En cuanto dejaron sus cosas, fueron a dar una vuelta por la ciudad. Fue enseñándole los lugares que más había frecuentado en su niñez, contándole alguna que otra anécdota.

Cuando llegó la hora de comer, fueron a una hostería. Después dieron un paseo por el lago mientras la joven iba relatándole algunas cosas que le sucedieron por allí.
- Bueno, creo que ya te he contado todo lo que recuerdo. Si quieres más detalles u otras versiones, deberás preguntar a los lugareños.

Días después, llegó el día que hacía que llevaran un mes saliendo. Esa mañana encontró una nota al lado de la cama, la leyó provocándole una sonrisa. Más tarde, decidió darse una vuelta por el mercado y regalar algo a su amado. Cuando encontró lo que buscaba, lo guardó bien hasta estar con él. Iban a comer en casa, por lo que aprovecharía la ocasión para dárselo.

Después de comer, ambos se quedaron un rato más sentados, hablando.
- Como me dijiste en la nota, hace un mes que somos pareja y, bueno...- fue hacia la alforja, sacó su regalo y volvió a sentarse-. Te he comprado esto, espero haber acertado y que te guste.

--Asmodeus. escribió:

El gato, al no haber recibido instrucciones de que se quedara, acompañó a Nabi y LordKoal en el viaje. Les había visto discutir, pero Asmodeus estaba demasiado distraído conociendo los lugares como para prestar demasiada atención a los enamorados.

Ya instalados en la casa de los padres de la bruja, se puso a su lado cuando estaba leyendo una carta. Le vio la sonrisa de boba que se le quedó.
- ¿Y esa cara de tonta?
- ¡Asmo!- suspiró-. No vas a amargarme el día.
- ¿Qué tiene de especial?
- Ya llevo un mes con Koal. Y me hace ilusión celebrar este día.
- Nabi, sabes lo que pienso del asunto. Pero me estás haciendo cambiar de opinión.
La joven ya había desayunado y estaba vistiéndose.
- ¿Y eso?
- No te había visto así de feliz antes. Tal vez Koal no es lo que yo me pensé. Pero aún no le digas nada, no he cambiado de opinión del todo.

Nabi se echó a reír, y fueron juntos al mercado. Después, volvieron a casa y comieron. Cuando el gato tuvo la tripa llena, se fue a dar una vuelta por ahí. Todavía no se acostumbraba al lugar.

_________________

Recorrieron las calles de Tortosa juntos mientras ella le comentaba cosas de cada lugar, cosas que recordaba de su niñez y que en parte parecía añorar. Por la tarde, fueron a un lago cercano, pero antes, habían comido en una hostería de la villa.
- Bueno, creo que ya te he contado todo lo que recuerdo. Si quieres más detalles u otras versiones, deberás preguntar a los lugareños.
- Eso haré si entablo conversación con alguno.

Pocos días después se cumpliría un mes de relación con la bruja y quería que fuera especial. En un rato a solas le escribió unos versos, no era lo suyo, pero lo hizo lo mejor que pudo. Tras ello, dio un paseo por la villa y entró en una pequeña tienda encontrando el regalo perfecto, extraño, pero perfecto por lo que quería que simbolizara.

Llegado el día, se despertó antes que ella y le preparó el desayuno dejándoselo listo al lado de la cama junto a una carta. Ella seguía durmiendo plácidamente, radiante y hermosa, y no quería despertarla. Le besó la frente con dulzura y se marchó a dar un paseo dejándole anotado un lugar de encuentro.

La joven acudió puntual al lugar de encuentro. Ambos se besaron, recordando lo sucedido hace un mes y comenzaron a comer y charlar.
- Como me dijiste en la nota, hace un mes que somos pareja y, bueno... – la joven se dirigió a su alforja - Te he comprado esto, espero haber acertado y que te guste.
Abrió los ojos de par en par, estaba entusiasmado con la sorpresa.
- ¡¡Me encanta preciosa!! Aunque ya sabes que el mejor regalo siempre serás tú
Seguidamente y mientras la miraba y le sujetaba la barbilla, la besó.
- Yo también tengo algo especial para ti.

Tras ello, el joven, sin soltarle las manos y mirándole a los ojos le recitó los versos que había escrito días atrás:

En la villa de Soria
una bruja habitaba
todos decían que era cruel y fría
pero su corazón palpitaba.

Poco a poco la conocí
y de ella me enamoré
mi fin es hacerla feliz
y eso siempre perseguiré.

A finales del estío
mi amor le declaré,
ella me dijo sí
y nos besamos al atardecer.

Ahora un mes después
puedo decir sin pudor
que es el mejor ser
al que querer sin temor.

Mi preciosa Nabi, mi bruja
estos versos te dedico
porque haces que mi alma cruja
y en tus besos, mi amor edifico.

Al acabar, y tras besarla de nuevo, el joven le entregó el obsequio que le había comprado, una rosa negra
- Quiero que esta rosa negra simbolice que todo lo malo que te haya sucedido en el pasado ya está marchito y que no permitiré que vuelva a ocurrir. - suspiró - ¡Te quiero Nabi! y poder decirte esto aquí, un mes después de que me aceptaras en tu vida y en tu lugar de nacimiento no puede ser coincidencia.
Finalizaron la tarde como la habían comenzado, besándose.

Permanecieron en Tortosa unos días más, en la casa de los padres de Nabi. Pero al poco, decidieron partir de nuevo hacia el sur, hacia el Reino de Valencia, para descubrir y visitar nuevas tierras.
El camino les llevó a Castellón y Segorbe, donde conocieron algunos lugareños e hicieron algunos tratos comerciales.

Una tarde, mientras ambos estaban juntos, un mensajero les entregó un correo procedente de Soria. En él se les informaba que el actual alcalde dejaría su cargo. Esto se unía a las informaciones de posible guerra civil en el Reino de Aragón por el cual debían pasar de camino a su hogar.
Decidieron entonces adelantar su regreso a Castilla.
- Entonces, ¿regresamos a Castilla? ¿Qué te parece?

Sonrió al haber acertado con el regalo, y respondió a su beso.
- Yo también tengo algo especial para ti.
- Oh, ¿y qué es?

Escuchó los versos y después cogió la rosa.
- Quiero que esta rosa negra simbolice que todo lo malo que te haya sucedido en el pasado ya está marchito y que no permitiré que vuelva a ocurrir. ¡Te quiero Nabi! y poder decirte esto aquí, un mes después de que me aceptaras en tu vida y en tu lugar de nacimiento no puede ser coincidencia.
La bruja sólo pudo responder rodeando su cuello y besándole.
- Yo también te quiero. Y este sólo es el primer mes juntos de muchos que faltan por venir.

Días después, siguieron su camino hasta Valencia. Su viaje terminaba ahí, ya que había algunos problemas en Soria: el alcalde iba a dejar su cargo.
- Entonces, ¿regresamos a Castilla? ¿Qué te parece?
- Buena idea. Además, atender la cartografía desde tan lejos es una locura.
Recogieron sus cosas y planificaron la ruta de regreso más rápida. Por el camino, a la joven se le ocurrió algo.
- Me presentaría a la alcaldía si pudiera, pero preveo mucho trabajo tan sólo con la cartografía. Koal, ¿no te animas a presentarte a las elecciones? No es difícil sacarla adelante, y te puedo enseñar a manejarte con los asuntos del ayunta. No tienes que responder ahora, piénsalo.

Cuando por fin llegaron a su casa, Nabi le ayudó a trasladar las cosas a su casa, y colocó algunas cosas que había traído de la casa de sus padres, entre las cuales se encontraba un retrato de la familia cuando la bruja era pequeña.

Un día fue a hacer su trabajo como de costumbre en la oficina de cartografía y se sorprendió cuando vio el nombre de su amado en la lista de candidatos, estando ya cerrada la lista de participantes. Fue a buscarle y le dio un beso.
- Felicidades, señor futuro alcalde. Ya lo celebraremos como es debido. ¿Cómo no me habías dicho nada?

- Buena idea. Además, atender la cartografía desde tan lejos es una locura.
- Si, lo entiendo perfectamente. Ya haremos un viaje mucho más largo en el futuro.

Siguieron conversando mientras guardaban todas sus cosas para regresar a Castilla por tierras de Calatayud. Habían salido de Soria con pocos enseres, pero volvían a la misma cargados de algunas mercancías que la propia gobernadora les había pedido que llevaran consigo.
- Me presentaría a la alcaldía si pudiera, pero preveo mucho trabajo tan sólo con la cartografía. Koal, ¿no te animas a presentarte a las elecciones? No es difícil sacarla adelante, y te puedo enseñar a manejarte con los asuntos del ayunta. No tienes que responder ahora, piénsalo.
- No sé, ya veré. La verdad es que me pilla de sorpresa la propuesta.

Durante todo el viaje de regreso le estuvo dando vueltas a la idea de ser alcalde. Por un lado quería algo más de tiempo libre de responsabilidades, pues había estado varios meses con cargos en su pueblo y en el Reino, pero por otro lado, no podía dejar tampoco que su querida Soria no tuviera candidatos y mucho menos que su amada cargara con otra responsabilidad.
Dejaron atrás Calatayud y se adentraron en territorio castellano sin prisa pero sin pausa y sin sufrir percance alguno por el camino pero, antes de regresar a Soria, decidieron pasar por Osma, donde visitaron a conocidos y realizaron alguna gestión. Apenas fue un día, no llegaron ni a desensillar los caballos pues, al alba, partieron hacia Soria.

Estando ya en Soria, el joven cumplió la petición de su amada de mudarse a su casa. No tenía muchas cosas que trasladar, tan sólo lo normal: ropa, calzado, algunos libros, diversos objetos más pequeños y, por supuesto, a Centinela. Aún así, Nabi le ayudó a con todo y el traslado fue rápido.
Esa misma tarde, salió a dar un paseo mientras su novia dormía plácidamente y fue entonces cuando se decidió a presentarse a la alcaldía. Caminó hasta el ayuntamiento y se inscribió para la siguiente legislatura. No quiso comentarle nada a su amada, pero era difícil ocultar algo tan público y a los pocos días se enteró, justo cuando el plazo de candidaturas quedó cerrado y el joven era el único candidato, lo que le convertía automáticamente en el siguiente alcalde de su pueblo.
- Felicidades, señor futuro alcalde. Ya lo celebraremos como es debido. ¿Cómo no me habías dicho nada?
- Tenía que ser una sorpresa, y veo que he conseguido que así fuera – comentó mirándola – Me decidí hace unos días por la tarde, tras mudarme porque, conociéndote, si no se presentaba nadie lo harías tú y estarías más agobiada.
Tres días después, el joven fue nombrado Alcalde de Soria por primera vez en su vida.

Al llegar al ayuntamiento se encontró con multitud de papeleo pendiente de tratar, así como diversos temas que debían ser revisados: ordenanzas, precios de los productos, pedidos de estéreos, atención a los vecinos, nombramiento de concejales, etc. Los primeros días fueron bastante agobiantes, delirantes en cierto sentido, realmente no se esperaba que fuera así pero, gracias a la ayuda de su bella novia que contaba bastante experiencia en estos asuntos, pudo sacarlo todo adelante y al mismo tiempo aprender lo indispensable para desenvolverse él sólo.

Tal fue así que, una semana después, sacó tiempo para pasar la tarde con su amada. Decidieron no salir, pues el frío otoñal procedente del norte ya había enmudecido a Soria y sus habitantes y no era cuestión de caer enfermos. Permanecieron al calor de la chimenea mientras tomaban algo caliente y charlaban. Al rato, la bruja se levantó para llevar algo a la cocina y la vista del alcalde se clavó en el libro que había cedido a su novia. Reposaba sobre una estantería cercana. Algo le impulsaba a levantarse e ir a por él.
- Es curioso, realmente ya te había tenido en mis manos, pero nunca te he ojeado a fondo – pensó.

Comenzó a pasar las hojas una a una, con mucho cuidado, pues el libro tenía aspecto de que en cualquier momento se rompería en mil pedazos. Como en veces anteriores, no entendía absolutamente nada de lo que veía hasta que…
- Este símbolo…
Hablaba solo. Había reparado en cierto símbolo presente en una de las páginas intermedias y que ya había visto antes. Buscó con la mirada algún espejo cercano, pero con la ansiedad no veía ninguno.
Justo en ese momento regresó su amada.
- ¡Regresas a tiempo, preciosa! ¿Tienes algún espejo cerca? Necesito ver algo.
Se dirigió hacia ella dejando el libro sobre la mesa.

Habían pasado varios días desde que su novio fue elegido alcalde. Apenas se habían visto y hablado, ya que los puestos de ambos los mantenían muy ocupados, y sus pocas conversaciones giraban en torno a los intereses de Soria.

Cuando ya se habían amoldado a sus responsabilidades y todo se calmó, pudieron pasar más tiempo juntos. El otoño se había establecido en Soria, por lo que las lluvias eran frecuentes esos días, los cuales pasaban a refugio en casa.

Esa tarde la pasaban en el salón, conversando y tomando algo para no tener frío.
- Aún nos falta algo, espera ahora vuelvo.

Le dio un beso fugaz y se fue a por una manta. Se entretuvo buscándola y, al regresar, vio que LordKoal estaba inquieto. Se fijó en que tenía el libro que le prestó en las manos.
- ¡Regresas a tiempo, preciosa! ¿Tienes algún espejo cerca? Necesito ver algo.
- Claro, ahora mismo te lo traigo.

Posó la manta en el sofá y fue a su habitación subiendo rápido las escaleras. Cogió su espejo de mano y regresó a paso rápido. Se lo acercó y se sentó a su lado.
- ¿Has descubierto algo de ese libro?

Nada más traerle un espejo, lo colocó en una repisa cercana, se levantó la camisa un poco y dándose la vuelta observó algo en el espejo, algo que tenía en la espalda y que no dejaba duda alguna en su cabeza sobre lo que veía.
El libro tenía alguna extraña relación con él, pero de momento decidió no darle importancia ninguna.
- ¿Has descubierto algo de ese libro?
Dudó por un momento.
- No, creía haber encontrado algo para curarme una manchita de la espalda, pero creo que no me sirve.

Cambió el gesto de preocupación a risueño como pudo al mismo tiempo que ocultaba lo que acababa de descubrir. No era el momento de contarle nada a su amada, y él mismo necesitaba aclarar ciertas dudas en su cabeza como...¿que relación guardaba ese libro con él? ¿le serviría de algo para saber su pasado?...Aún no lo sabía, pero a buen seguro ese libro era importante en todo ello.

Cogió de nuevo el libro y lo dejó en su sitio, devolviendo posteriormente el espejo a su dueña soltándolo sobre la mesa. Mientras, se sentó a su lado, pasó su brazo por detrás de ella abrazándola y le dió un beso.
- ¡Me encantan estas tardes contigo!

Continuaron hablando largo rato al calor de la chimenea mientras fuera el frio arreciaba.

Intentó ojear el libro por su cuenta mientras LordKoal estaba levantado, y el calambre que sintió le recordó que no podía tocarlo. Maldijo por lo bajo y esperó a que su novio terminase.
- No, creía haber encontrado algo para curarme una manchita de la espalda, pero creo que no me sirve.
- Bueno, ya iremos descubriendo el contenido de ese libro. Sólo hay que tener paciencia- dijo devolviéndole la sonrisa.

Respondió al beso y cogió la manta, extendiéndola sobre ambos.
- ¡Me encantan estas tardes contigo!
- ¡A mí también! Por lo menos tener un rato de tranquilidad para nosotros antes de que algún asunto vuelva a tenernos muy ocupados.

Pasaron el resto de la tarde charlando y, sin que se dieran cuenta, se les hizo de noche. Cenaron y la bruja comprobó las chimeneas antes de ir a la habitación, echando leños para mantener el calor en la casa.

A mitad de la noche, Nabi se despertó. Miró por la ventana y vio que aún era noche cerrada, así que cerró los ojos, esperando volver a conciliar el sueño. No lo consiguió. Se frotó los ojos y giró la cabeza, viendo que su amado aún dormía. Buscó a oscuras algo que ponerse, y dio con la camisa de LordKoal. Se vistió con ella, sintiendo que le quedaba enorme, y se levantó, subiendo las mantas de nuevo para que no se enfriase, y le robó un beso antes de bajar descalza a la cocina. A mitad de camino, un crujido de la madera hizo que se quedase inmóvil.

Cuando se aseguró de que no había despertado a nadie, siguió su camino. Llenó un vaso de leche y bebió un sorbo. "Si tan sólo estuviera un poco más caliente...", pensó. Volvió a dar otro sorbo y se dio cuenta de que la leche estaba caliente. Del susto, se le resbaló el vaso de la mano, cayendo al suelo y haciéndose pedazos. Suspiró y movió la mano, recitando el mismo conjuro que usó con las ventanas cuando se rompieron.
- Nabi, ¿qué es todo este ruido?- preguntó el gato somnoliento.
- No es nada Asmo. No podía dormir y vine a beber un poco de leche. Lo que pasa es que la calenté con magia sin quererlo.
- ¿Cómo que sin quererlo?
- Bueno, quererlo sí lo quería. Me refiero a que lo hice involuntariamente, sin usar ningún conjuro. Debe ser por mis nuevos poderes.

Volvió a echarse otro vaso de leche y recogió la derramada. Se volvió a concentrar en desear que estuviese caliente hasta conseguirlo y se fue al salón. Centinela también se había despertado y quería subirse al sofá.
- Te dejo por esta vez, pero no te acostumbres.

Le ayudó a subir con la mano libre y le apartó cuando el perro trató de chuparle la cara, obligándole a que se quedara quieto en su regazo. Bebió un trago de la leche y se quedó pensativa.
- ¿Qué te está pasando por la cabeza que no te deja ni dormir?
- Sólo pensaba en la relación con Koal.
- ¿Algo va mal? Porque os veo bien juntos.
- Nada va mal, al contrario. Pero todo va tan rápido y tan bien que ya estoy alerta para bajarme a la realidad.
- No te sigo.
- Es fácil, Asmo. Todas las veces que estaba bien con alguien, llegaba el momento de que acabase todo. Y no es lo que quiero. No esta vez. Tengo miedo de lo que pase.
- Te has enamorado bien, ¿eh?
- No te haces una idea. Esta vez es todo diferente, y no quiero que tenga un final.

Bebió de un trago lo que quedaba en el vaso y lo posó sobre la mesita. Después llevo la mano a la cabeza de Centinela y le acarició, escuchando su respiración tranquila al haberse vuelto a dormir.
- Los chicos como él no abundan, y no me lo merezco- pensó en voz alta.
- Te ha demostrado que sólo quiere estar contigo, con hechos y palabras. ¿Qué más quieres?
- No pido más, tan sólo que siga a mi lado cada día.
Se quedó mirando a la ventana que daba a la calle.
- No me había fijado en que ya va a amanecer. No sé el rato que llevaré despierta, pero tampoco me siento muy cansada.

Asmodeus se sentó en el lomo del perro y reclamó la atención de su dueña, la cual le hizo carantoñas mientras estaba distraída. Aunque el sol ya iba subiendo, los párpados de la bruja se le iban cerrando.
- Nabi, no te preocupes, seguro que to...- el gato se interrumpió al verla dormir de sentada, con la cabeza inclinada hacia delante y el pelo tapándole el rostro-. Menos mal que no tenía sueño...- resopló y se acomodó, tratando de dormir sobre Centinela.

Los días siguientes, la joven estaba distraída dándole vueltas al asunto, y las veces que su amado la pillaba pensativa y le preguntaba, sólo obtenía por respuesta que no era nada y sonreía para quitarle importancia al asunto.

El joven despertó al amanecer, había dormido muy bien y no reparó en la ausencia de su amada. Su lado de la cama estaba frío lo que indicaba que hacía ya largo rato que ella no estaba. Era día libre de ambos y no tenían ningún compromiso, por lo que le extraño su ausencia. Se incorporó de la cama vistiéndose como pudo pero no encontraba su camisa. Como hacía frío, tomó una de las mantas y bajó las escaleras cubierto con ella. Encontró a su amada allí dormida en el sofá, con su camisa y sin nada más. Parecía tener algo de frío. Miró a su alrededor y a través de la ventana vio que fuera nevaba, no era mucho, pero nevaba. Se dirigió a la chimenea, colocó unos leños y la encendió.
Cuando ya hubo una buena y cálida hoguera en la misma, se recostó junto a ella sin despertarla, simplemente la apoyó con cuidado contra su pecho abrazándola y cubrió su cuerpo con la manta para que no se quedara fría. Tomó una de sus manos y notó que las tenía heladas. Le dio un beso en la frente y la dejó dormir un rato más mientras él se quedó observando embobado la chimenea.
Al cabo de un rato notó que despertaba:
- ¡Muy buenos días mi vida!
Le dijo en voz baja al tiempo que le besaba el pelo.
- ¿Cómo es que bajaste aquí y te quedaste dormida? Encima sin nada más que lo puesto, podrías resfriarte. – le comentó con cierto tono de preocupación.

Largas jornadas pasaron juntos, compartiendo experiencias, lecturas e incluso cocinando ambos, aunque más bien podría decirse que el joven aprendía de su amada.
Aunque aún no era invierno, este ya iba asomando sus largas raíces en forma de frío, nieve y viento. No apetecía mucho estar en la calle salvo que fuera por obligación o necesidad. Es por ello que la mayoría de la gente prefería permanecer en sus hogares al calor de la chimenea y el joven alcalde y su amada no eran muy distintos al resto de sus vecinos.
Esos días el joven la notó algo rara, muy pensativa y algo distraída, sobre todo desde aquella mañana que la encontró dormida en el sofá. Le preguntaba, pero siempre obtenía por respuesta una sonrisa y una negación invitándole a no preocuparse. Pero no dudaba en insistir en ellos:
- Nabi, no puedo evitar notarte un poco distinta, bastante perdida en tus pensamientos. ¿Te sucede algo? ¿Por qué no me lo dices?

Tan sólo unos días después era el cumpleaños de la bruja y su amado lo había preparado todo a conciencia. Quería que fuera especial para ella.
Se despertó un poco antes esa mañana y por suerte ella aún dormía plácidamente. Bajó con cuidado las escaleras y preparó el desayuno y al acabar subió de nuevo al dormitorio.
Se sentó junto a ella en la cama y la despertó dándole un tierno beso en los labios.
- ¡Buenos días, preciosa! Hoy es el cumpleaños de la joven más hermosa. ¡Feliz cumpleaños cariño!
Se inclinó y la besó de nuevo.
- ¡Toma! esto es para ti.
El joven le ofreció un ramo de flores a su amada y una nota para que la leyera.


Al rato, bajaron a desayunar. El joven se había esmerado en prepararle todo lo que a ella le gustaba.
- Espero que te haya gustado la pequeña sorpresa de esta mañana pero ahora después mientras recojo todo esto, sube y abrígate bien, que afuera hace bastante frío y debo llevarte a un sitio.
El joven le sonrió.
Había parado de nevar y por suerte no había mucha nieve en el suelo, lo que les permitió ir lo suficientemente deprisa hasta el lugar al que el joven la llevaba.
- ¡Ya estamos aquí! El lugar lo conoces, pero tengo algo más para ti que desconoces. Te voy a tapar los ojos.
Una vez tapó sus ojos con sus manos, el joven dio un pequeño silbido a un mozo y este trajo una hermosa yegua negra.
- Es para ti – le dijo quitándole las manos de los ojos - Cuando estuvimos en Tortosa y daba paseos conociendo y preguntando a la gente sobre tu familia, di con un antiguo mozo que trabajó para tus padres. Esta yegua es hija de otra que perteneció a tus padres o al menos a una que usaban. Eso fue lo que me dijo. Le pagué por ella y mandé que la trajesen. Es toda tuya.
Ella no sabía que responder ni cómo actuar.
- No te preocupes por sus cuidados, puede quedarse en los establos sorianos.

Al cabo de un rato volvieron a casa y comieron, pasando el resto de la tarde al calor de la hoguera en el salón, tumbado en el sofá.
- Aún me queda algo que darte - llevó la mano a su bolsillo y sacó algo - ¿Recuerdas el otro día que te dije que te compensaría por haber estado algo más ausente por motivos de la alcaldía?
Ella asintió.
- Pues tengo algo más para ti hoy.
Se incorporó del sofá y se situó tras ella, colgándole del cuello un colgante.
- Espero que el de hoy haya sido un día tan especial para ti como lo ha sido para mí por haberlo pasado a tu lado.
La joven se dio la vuelta y se fundieron en un beso sin indicios de cuando acabaría.

Al empezar a sentir calor, se despertó y se encontró en los brazos de su amado. Recordó lo sucedido la noche anterior.
- ¡Muy buenos días mi vida!
- Buenos días- dijo somnolienta, frotándose los ojos.
- ¿Cómo es que bajaste aquí y te quedaste dormida? Encima sin nada más que lo puesto, podrías resfriarte.
- Me desvelé y bajé a tomarme algo de leche y, por lo visto, me volví a quedar dormida aquí. Y a oscuras es difícil encontrar la ropa.

Los días siguientes los aprovechó en pasarlos con LordKoal y en practicar sus nuevos poderes. Aunque todavía le sobraba tiempo para pensar. Casi sin haberse dado cuenta, se había acostumbrado a tenerle en su vida, y no quería que se saliese de ella. Abrió mucho los ojos, fijándose en algo que se había convertido en obvio: se había enamorado completamente del joven, y quería pasar el resto de sus días a su lado a cualquier precio, y sin restricciones de ningún tipo. En nada sería su cumpleaños, así que ahí tenía el momento adecuado para decírselo. Mientras llegaba, pensaría en usar las palabras adecuadas.

El día anterior, había comprado la parcela al lado de su casa para hacer un vivero, y lo acondicionó con ayuda de la magia.

Y el día llegó. Su novio la sorprendió, tanto al despertarla...
- ¡Buenos días, preciosa! Hoy es el cumpleaños de la joven más hermosa. ¡Feliz cumpleaños cariño!
- Buenos días. ¡Te has acordado! Muchas gracias por las flores- dijo sonriendo y respondió a los besos.
... como en el resto del día. Recibió muchas más atenciones de las que estaba acostumbrada. Puso el ramo de rosas en un jarrón con agua en mitad del salón.

Otro de los regalos fue una yegua, y la joven se quedó boquiabierta al verla.
- La acepto por el valor sentimental que tiene. ¡Pero Koal, esto te tiene que haber costado mucho!
Le vio sonreír.
- Es toda tuya.
Se acercó y acarició la cabeza del animal.
- Gracias, ¡es preciosa! La llamaré Luna.
- No te preocupes por sus cuidados, puede quedarse en los establos sorianos.
- Ahí se quedará hasta que le acondicione un lugar para ella, que lo haré a futuro.

Ya en casa, disfrutaron de la compañía mutua al calor de la hoguera. Con todo el lío de los regalos, la bruja no encontró el momento para comentarle lo que tenía planeado, así que tuvo que ser paciente y esperar el momento adecuado.
- Aún me queda algo que darte.
- Ah, ¿pero que aún hay más?
- ¿Recuerdas el otro día que te dije que te compensaría por haber estado algo más ausente por motivos de la alcaldía?
- Sí.
- Pues tengo algo más para ti hoy.
- Oh, no hacía falta que te molestases tanto...
Cuando su novio se puso detrás, sintió algo frío en la piel. Miró detenidamente y vio que se trataba de un colgante.
- ¡Qué bonito! Lo llevaré siempre conmigo.
- Espero que el de hoy haya sido un día tan especial para ti como lo ha sido para mí por haberlo pasado a tu lado.
- Lo ha sido, pero aún queda algo para que sea aún más especial.

Se giró y le dio un largo beso, el cual le sacó una sonrisa a la joven.
- Y no sólo me refería a esto, espérame aquí.
Pasó por la entrada y recogió la rosa negra que le había regalado, chasqueó los dedos y apareció en el desván. Se acercó a uno de los objetos, lo agarró con la mano que tenía la rosa y chasqueó los dedos otra vez con la que tenía libre, yendo esta vez a la entrada de su casa. Se frotó los brazos al sentir el frío y después hizo un movimiento con la mano, haciendo que la puerta principal se abriera.
- ¡Cariño, estoy fuera, ven!

Mientras esperaba, giraba la rosa, la cual había encantado para que no se marchitara, y ahí se le ocurrió el nombre para su taller: La Rosa Negra.
- Me diste esta rosa porque tiene un significado: que todo lo malo del pasado esté ya marchito- mientras hablaba, destapó la lona que cubría el vestido de novia y se puso a su lado, entrelazando los dedos-. Estuve pensando mucho en ello estos días, perdóname por haberte preocupado. Puedo decirte qué más se me pasó por la cabeza: que no es sólo dejar lo malo atrás. Con otros novios que tuve, siempre puse mis condiciones, y eran infranqueables e innegociables. Contigo sólo hay una: que te quedes a mi lado para siempre. Que nuestra relación sea libre de ataduras, y que suceda lo que tenga que suceder.

Dicho esto, le pasó la rosa para que la sujetara y, cuando tuvo la mano libre, extendió el brazo hacia el vestido e hizo que le saliera una llamarada de la mano, quemándolo mientras a la bruja le salía una sonrisa triunfal. Miró las llamas por un instante y después a su amado.
- Este es mi regalo para los dos. Te amo.