[RP] Casa Luna de Plata

...Y no sólo me refería a esto, espérame aquí.
La joven dejó el salón y marchó en busca de algo. El alcalde miró a su alrededor y vio como Centinela, que vagaba por allí, se acomodaba en un nuevo lugar para seguir dormitando. No tardó mucho hasta que escuchó de nuevo la llamada de su novia.
- ¡Cariño, estoy fuera, ven!
El joven se sorprendió al escuchar su voz procedente de otro punto, concretamente de la calle. Tomó su capa y salió fuera acercándose a ella.
- Me diste esta rosa porque tiene un significado: que todo lo malo del pasado esté ya marchito…Estuve pensando mucho en ello estos días, perdóname por haberte preocupado. Puedo decirte qué más se me pasó por la cabeza: que no es sólo dejar lo malo atrás. Con otros novios que tuve, siempre puse mis condiciones, y eran infranqueables e innegociables. Contigo sólo hay una: que te quedes a mi lado para siempre. Que nuestra relación sea libre de ataduras, y que suceda lo que tenga que suceder.
Quedó perplejo ante lo que estaba sucediendo, paralizado viendo aquello que hasta hace escasos días le habría parecido algo totalmente imposible que ocurriera.
- Na..Na...Nabi..No sé ni qué decir. Nunca pensé que quemaras algo así. Lo que acabas de hacer es..
La joven le interrumpió.
- Este es mi regalo para los dos. Te amo.
La miró a los ojos y de un movimiento repentino la acercó contra él.
- Yo también te amo y no sabes cuanto.

Se fundió con ella en un largo beso mientras a su lado, los recuerdos del pasado de la bruja eran consumidos rápidamente por el fuego y convertido en cenizas.


Los fríos días de diciembre fueron pasando y la actividad en el pueblo disminuía al mismo ritmo que aumentaba en el interior de cada hogar, donde cada cual se arrejuntaba junto a su hoguera y los abuelos contaban historias y leyendas a sus nietos mientras las madres hacían la comida. Pero todo esto no impedía al alcalde realizar ciertas tareas en la alcaldía como la de coordinar algún que otro acto, como la concesión de una medalla al mérito y nada menos que a su novia.

Lo mantuvo oculto lo mejor que pudo, pero llegado el día hubo de revelárselo, aunque no lo hizo directamente sino por correo oficial de la alcaldía en un carta escrita a mano por un ayudante y redactada por él mismo.
La tarde del día que se la entregaron regresó algo antes a casa, aunque esto era algo que hacía casi todos los días, pues no podía pasar mucho tiempo sin verla. La encontró en el salón, sentada y leyendo junto a la hoguera.
- ¡Hola cariño! – la besó - ¿Alguna noticia nueva hoy?
Obviamente sabía la respuesta pero quería ver su cara de sorpresa y sus “reproches” por no decirle nada antes.

Tras hablar largo rato sobre como se había producido toda la propuesta de medalla y comentarle cómo y cuándo sería el acto de entrega de la misma, cenaron, y al acabar se dirigieron nuevamente al salón junto a la chimenea donde continuaron charlando mientras observaban el chisporroteo de las llamas.
- ¿Sabes? Su Majestad Froda, tu madrina, ¡me ha propuesto ser Consejero Real de Defensa y acudir con ella a Portugal! La verdad es que me ha sorprendido dados los últimos acontecimientos, ya que la Reina no me ve con buenos ojos por ciertas circunstancias de nuestra relación, ya sabes… – le sonrió a la joven – No sé si aceptar o no el cargo, conlleva bastante responsabilidad y hay gente más cualificada que yo, pero lo veo una muestra de confianza hacia mí y la Reina quiere a gente cercana. ¿Tú qué opinas? ¿Qué me aconsejas?
El joven se levantó a por algo de beber mientras dejó a su amada meditando la respuesta y al regresar escuchó atentamente su opinión y con la cual, al cabo de unos días, tomó su decisión.



Pocos días después de la entrega de la medalla, ya en plena época festiva de finales del año 1461 y mientras el joven ayudaba a su novia ordenando algunas cosas, se quedó pensativo y no puedo evitar recordar donde estaba hace un año en esas mismas fechas y lo que habían cambiado desde entonces las cosas.
- Tengo algo que llevo dando vueltas varios días ya…Va a ser el primer fin de año e inicio de otro que no paso solo. ¿Te parecería bien que lo celebráramos con algo especial?
La joven asintió.
- Tenía en mente una cena especial y recordé uno de los libros que traje del monasterio donde me crié que cuando lo hojeé estaba claro que era sobre recetas. Podríamos mirar que tiene y preparar algo de lo que ahí pone. Yo podría ayudarte con lo que fuera.

Días después, la joven se dio cuenta de que su novio estaba raro.
- Dime qué ocurre.

No consiguió ninguna respuesta y, con el paso de los días, Nabi fue atando cabos. Sabía que era algo relacionado con el pueblo, pero no acertaba a saber el qué.
- Koal, ¿te estás vengando por lo de mi cumple? Porque aquí tengo derecho a saberlo, también soy concejal.
Daba igual lo que le dijera, el joven no soltaba prenda, lo que la hacía enfurruñarse.

Un día, recibió una carta de parte del Ayuntamiento. Se quedó pensativa sobre qué podría ser, así que fue al salón a leerla por si eran malas noticias.
- ¡Hola cariño! ¿Alguna noticia nueva hoy?
Terminó de leer la carta y le miró entre sorprendida y algo enfadada.
- ¡Koal! ¿Cómo no me has avisado de esto? Es algo importante y...- dejó la frase inconclusa, sin saber si alegrarse o enfadarse.

Ver la sonrisa de LordKoal hizo que la joven supiera la respuesta.
- Ains, no puedo enfadarme contigo.
Estuvieron hablando de los preparativos de la entrega de medalla mientras cenaban.
- ¿Sabes? Su Majestad Froda, tu madrina, ¡me ha propuesto ser Consejero Real de Defensa y acudir con ella a Portugal! La verdad es que me ha sorprendido dados los últimos acontecimientos, ya que la Reina no me ve con buenos ojos por ciertas circunstancias de nuestra relación, ya sabes… No sé si aceptar o no el cargo, conlleva bastante responsabilidad y hay gente más cualificada que yo, pero lo veo una muestra de confianza hacia mí y la Reina quiere a gente cercana. ¿Tú qué opinas? ¿Qué me aconsejas?
- ¿En serio? Es todo un honor. Y no te preocupes porque no vea bien nuestra relación ahora. En el fondo ella te aprecia, sino no te habría propuesto tal cargo. Y puede que haya otros con mayor cualificación, pero tú tienes algo de más valor: su confianza y el respaldo de tus obras en la alcaldía. En ese aspecto, les llevas ventaja. Si te ves con tiempo, acéptalo. No hay mucha gente que trabaje de verdad para ayudar.

Llegado el día de la entrega de medalla, la bruja se vistió para la ocasión y fue al ayuntamiento. Tras recibir la medalla y charlar con los vecinos, volvieron a casa a paso rápido. Se miró al espejo, pero se centró en la medalla.
- Me ha encantado recibirla, y que tuvieses que ser tú quien me la diera.
Se la quitó y la guardó en una cajita, la cual fue a parar a uno de los cajones del tocador de su habitación.

Tras aproximarse el fin de año, su novio tuvo una idea.
- Tengo algo que llevo dando vueltas varios días ya…Va a ser el primer fin de año e inicio de otro que no paso solo. ¿Te parecería bien que lo celebráramos con algo especial?
- Sí, claro.
- Tenía en mente una cena especial y recordé uno de los libros que traje del monasterio donde me crié que cuando lo hojeé estaba claro que era sobre recetas. Podríamos mirar que tiene y preparar algo de lo que ahí pone. Yo podría ayudarte con lo que fuera.
- Déjame echarle una ojeada y te digo en qué podrías ayudarme.
Miró varias recetas hasta dar con una que le interesó.
- Vale, necesito un pavo. Te ha tocado ir a comprarlo, ya que tanto querías ayudar, ahí tienes el gran favor que podrías hacerme. Espera un poco y te digo qué más comprar, así de paso estamos surtidos unos días.

Llegado el día, la joven preparó la cena. Se miró al espejo y, con un chasquido de dedos, se cambió.
Se sentaron a cenar. Charlaron animadamente durante la misma y, a los postres, se quedó pensativa. Al preguntarle su novio, sonrió.
- Pensaba en que he tenido un año más movidito que otros. Lo empecé de mala gana, cosa nada extraña en mí. Pero al poco, tuvimos la no guerra contra Aragón. Luego, acabé estando soltera, y volví a presentarme a las elecciones. Después, un chico la mar de pesado me pidió ser su novia- le guiñó un ojo sonriendo-. Y mira, este es el primer fin de año que no paso sola, y que tengo ganas de iniciar. Todo gracias a ti- pausó un momento para tomar un trago de vino-. ¿Y tú, qué es lo que más puedes destacar de este año?

Después de escuchar su respuesta se le ocurrió algo, así que se levantó de la mesa y le cogió de la mano, llevándole al perchero de la entrada.
- Ponte la capa, ¡rápido!- dijo haciendo lo propio.
Cuando estuvieron listos, la bruja volvió a cogerle de la mano, cerró los ojos y chasqueó los dedos.

Aparecieron en la muralla, justo enfrente de Santa Dominica, y sonrió al ver la cara de incertidumbre de su novio. Le puso un dedo en los labios al escuchar el primer toque de la campana.
- Escucha cómo llega el inicio del año.
Se pegó más a él para ahuyentar el frío mientras sonaban las campanadas. Al terminar, le besó.
- ¡Feliz 1462!- se acercó a su oído-. Te amo, y amo empezar este año junto a ti.
Puso las manos en forma de cuenco y las llevó a la boca, soplando para darlas calor.
- Mejor volvemos a casa, nos vamos a quedar helados si seguimos más tiempo aquí.
Y eso hicieron al momento, gracias a otro chasquido de dedos de la joven.

Volvieron a dejar las capas en su sitio.
- Otro nuevo año comienza. A ver lo que nos depara.
Rodeó su cuello y, sonriendo, volvió a besarle.
- De momento, podemos estrenarlo de buena manera- dijo con una sonrisa cómplice.
Bajó las manos hasta encontrar las de su novio y tiró de ellas mientras subía las escaleras.

- …Déjame echarle una ojeada y te digo en qué podrías ayudarme.
Lo estuvo mirando y al rato le dijo:
- Vale, necesito un pavo. Te ha tocado ir a comprarlo, ya que tanto querías ayudar, ahí tienes el gran favor que podrías hacerme. Espera un poco y te digo qué más comprar, así de paso estamos surtidos unos días.

El joven se hizo una pequeña lista con las cosas a comprar en el mercado para que no se le olvidara nada. Cuando llegó el día, se dirigió hacia la puerta tomó su capa y salió a la calle observando el paisaje nevado y desolador de Soria en aquellos días con la fría ventisca norteña.
- No sé si ha sido buena idea ofrecerme para esto… – pensó sonriendo.
Fue a cada casa de los comerciantes en busca de todo lo necesario y al acabar regresó con la bruja. Lo puso todo sobre la mesa y ayudó a su chica a preparar la cena de esa última noche del año 1461.

Llegada la hora de la cena, se sentaron a comer y mientras charlaban y reían al joven se le ocurrió algo mientras la miraba.
- ¡La verdad es que hoy estás más impresionante de lo normal! – le dijo sonriendo – Dime, ¿en que estas pensando ahora mismo? Te veo absorta.
- Pensaba en que he tenido un año más movidito que otros. Lo empecé de mala gana, cosa nada extraña en mí. Pero al poco, tuvimos la no guerra contra Aragón. Luego, acabé estando soltera, y volví a presentarme a las elecciones. Después, un chico la mar de pesado me pidió ser su novia. Y mira, este es el primer fin de año que no paso sola, y que tengo ganas de iniciar. Todo gracias a ti ¿Y tú, qué es lo que más puedes destacar de este año?
El joven quedó un momento pensativo intentando recopilar en su mente todo lo sucedido en el año.
- También ha sido un año bastante lleno de buenos momentos pero también alguno malo. Lo empecé medianamente bien aunque hace justo un año estaba en Burgos defendiendo las murallas junto a los Dragones y demás soldados castellanos. Al poco regresamos y fue cuando la invasión aragonesa, por lo que de nuevo volví a Burgos y esa vez también estabas tú. Cuando acabó y llegamos a Soria fue cuando ya me metí de lleno en todo lo relacionado con nuestro pueblo, ya sabes, alguacil, jefe de puerto, aduanas y también en el Reino como Almirante. Y finalmente, tiempo después, vino la alcaldía y hasta hoy.
Tomó un pequeño sorbo de su copa y prosiguió.
- Pero sin ninguna duda lo mejor de este año ha sido y serás tú, el que me aceptaras y me pidieras incluso vivir contigo. Pero toda esta parte de la historia ya la conoces. – se quedó fijo en ella – Hasta el momento ha sido el mejor año de mi vida pero todo es mejorable y empezar 1462 contigo es la mejor manera de que el año que entra lo sea aún más.

Al acabar la joven se levantó impulsivamente tirando de su mano y arrastrándole casi a la salida.
- Ponte la capa, ¡rápido!
- ¿Pero qué pasa? ¿Por qué? – le preguntó mientras se abrigaba siguiendo su recomendación, algo tramaba.
Dicho y hecho, al momento notó que la mano de su chica tomaba la suya y sin darse apenas cuenta se vio sobre los muros de Soria, cerca de la Iglesia. Estaba algo confundido tanto por lo repentino de la sorpresa como por el cambio del calor de la casa al frío viento que recorría las calles sorianas. Un dedo en sus labios le devolvió a la realidad.
- Escucha cómo llega el inicio del año.
Eso hizo observando el campanario mientras apretaba a la bruja contra él. Cuando las campanas cesaron su repiqueo ella le besó.
-¡Feliz 1462! Te amo, y amo empezar este año junto a ti. - le susurró ella
- Y yo a ti preciosa. Ha sido una sorpresa esto – le dijo mientras la pegaba aún más a él

Con otro chasquido fugaz de la joven regresaron a casa de nuevo en un instante. Dejaron las capas en el perchero del cual las habían tomado hacía un rato y se miraron el uno al otro.
- Otro nuevo año comienza. A ver lo que nos depara… De momento, podemos estrenarlo de buena manera.
La joven, tras besarle, tiró de él escaleras arriba y eso hicieron, estrenarlo de la mejor manera posible…


Los días siguientes todo volvió a la normalidad. El soriano atendiendo la alcaldía día a día y la joven llevando al día la cartografía y la oficina de alguacil además de su nuevo puesto de Jefa del Puerto soriano con la segunda fase a punto de iniciarse. Apenas se veían en algunos ratos libres o por la noche pero no les importaba, siempre tenían un rato para ellos.
Lo mismo sucedía con el resto de sorianos, los cuales cada uno volvían a sus quehaceres diarios dentro de lo que el duro invierno que acababa de iniciarse les permitía.

Días después de comenzar el nuevo año, la pareja estuvo atareada con sus quehaceres en pro de la ciudad. Como añadido, a la bruja la encargaron dos tareas más: ser la jefa de puerto y la chambelán de la Corona. Cada día llegaba agotada a casa, pero no le importaba, y más sabiendo que el cumpleaños de su amado se acercaba. Tenía preparado algo muy especial, pero había varios factores que jugaban en su contra.

Tuvo que meter mucha prisa a un joyero para lo que tenía pensado y, al ver que no surtía efecto y el día se acercaba, recurrió a las amenazas. Pero no sirvió de nada: el día llegó y ella aún no tenía listo el regalo. En cuanto lo tuvo en su poder, fue corriendo a la torre y buscó entre sus libros uno que tratara sobre piedras preciosas. Cuando lo encontró, buscó el hechizo que ella quería, ante la atenta mirada del gato.
- Nabi, ¿qué haces?
- El regalo de Koal.

Cogió un cuchillo y clavó la punta en el dedo índice, haciendo una breve mueca de dolor.
- ¿Y para eso necesitas herirte?
- Quiero que lleve algo de mí con él siempre.
- Bruja, eres una inconsciente. ¿No sabes el peligro que encierra entregar tu sangre?
Nabi sonrió.
- El amor es riesgo- dejó caer algunas gotas sobre el vidrio central.

Recitó el hechizo en una lengua extraña pero misteriosamente familiar para ella. Al terminar, el vidrio del centro se había convertido en un brillante rubí. Lo miró, sonriendo satisfecha. Se vendó el dedo y salió de la torre. Guardó el anillo a buen recaudo y subió a dormir, ya que era muy tarde. Allí se encontró a su amado ya durmiendo. Se cambió y se tumbó a su lado. Suspiró y besó su frente. "No creas que me olvidé de este día especial para ti", pensaba mientras le abrazaba y cerró los ojos, quedándose dormida al momento.

Al despertar al día siguiente, el alcalde ya no estaba. Aunque era temprano, decidió vestirse y atender sus quehaceres cuanto antes, evitando encontrarse con LordKoal. Después de dejar listo el puerto y la cartografía, fue al mercado. Adquirió lo necesario para ese día, regateando lo que pudo los precios. Se fijó en el reloj de la iglesia y vio que hacía ya tiempo que había pasado la hora de comer.
- Ya decía yo que me notaba algo débil...
- ¡Quiero comer! Me vas a matar de hambre, bruja.
- Ya llegamos a casa, no seas impaciente- le recriminó. Tuvo una idea-. Aunque espera un poco, no quiero cocinar para ahora.
Se desvió hacia una panadería y compró un par de bollos.

En cuanto llegó a casa, dejó a Centinela suelto por el jardín mientras ella comía lo que acababa de comprar, y para ello se sentó en las escaleras. Observó cómo jugaba con Asmodeus en el trozo del jardín en que habían quitado la nieve. Dio un último bocado, recogió la bolsa con la comida y entró seguida de los animales. Posó su carga en la cocina y encendió un fuego allí y en el salón usando su magia. Seguido de esto, le puso un poco de carne al gato.

Preparó con esmero la cena de esa noche. Se sorprendió al terminar antes de lo esperado, así que fue a darse un baño. Dio atención especial a su pelo, tratando de que no quedara enredado, cosa nada común. Después se preparó y se quedó esperando en la sala.
Tras una hora de espera, la bruja hizo un movimiento con la mano y le apareció en la misma una copa de vino, a la que le dio un trago mientras seguía esperando. No hacía más que pensar en que seguro que su amado se había enfadado con ella por pensar que se había olvidado de ella. Súbitamente recordó la venda, se la quitó y la tiró al fuego.

Se acabó el día y, con él, la paciencia de la bruja. Cogió un trozo de pergamino, escribió una nota apresurada y la dejó sobre la mesa del salón, usando el anillo de pisapapeles. Terminó el vino de su copa de un trago, hizo que un par de leños se movieran solos hasta la chimenea y se puso la capa.
- ¿Adónde vas?
- A dar una vuelta.
- ¿De noche?
- Claro. Asmo, cuando venga Koal, enséñale lo que hay encima de la mesa, por favor. Es muy importante.

Fue con cuidado de no tropezarse al perchero, se puso la capa y se marchó apresurada. No tenía el ánimo para enfrentarse a su novio después de las vueltas que le había dado a todas las formas de reacción de él. Tiritó al sentir el frío de la noche, así que con una mano pegó más la capa a su cuerpo, se subió la capucha y dejó que la oscuridad de las calles la escondiera.

Unos días después del inicio del nuevo año el joven cumplía su vigésimo cuarto cumpleaños pero como cada inicio de año siempre estaba muy ocupadao para poder celebrarlo y ese año estando en la alcaldía más aún. Apenas pudo estar con su amada durante el día y cuando llegó no la vio por casa y decidió irse a dormir.

La mañana siguiente el alcalde se despertó antes de lo normal. Hizo un esfuerzo por volver a dormirse pero le fue imposible aún tras intentarlo varias veces cambiando de postura en la cama. Como no conseguía nada pensó que lo mejor era ir temprano al Ayuntamiento para así acabar un poco antes de todas sus tareas y regresar a casa a media tarde para pasarla con la bruja. Se incorporó con cuidado de no hacer ruido, tomó su ropa, se vistió y bajó a comer algo antes de marchar al Ayuntamiento. Pero el plan que tenía en mente no iba a ser tan fácil de llevar a cabo.

Al llegar al Ayuntamiento antes de lo normal se encontró con varias tareas que en ocasiones normales hacían sus mozos y que ahora debía hacerlas él, sin ir más lejos el encender las chimeneas para tener las estancias calientes, pues fuera el frío era bastante intenso. Cuando por fin pudo ponerse a sus quehaceres diarios, se encontró con multitud de correos de ciudadanos a los que debía responder así como el cálculo de los siguientes impuestos y unas ventas al Reino. Por si fuera poco a media tarde recibió la visita de varios enviados del Reino interesados en conocer la situación de Soria, tanto de su ayuntamiento como de su puerto. El alcalde los atendió amablemente aún a pesar de que ya debería haberse ido y así paso el tiempo...

El sol hacía tiempo que se había ocultado por el oeste, debía ser ya medianoche y aún no había vuelto con su amada. Rápidamente despachó a la visita instándole a recibirles el día siguiente para terminar de aclarar todas sus cuestiones y regresó a casa.
Al entrar notó todo bastante apagado, la bruja debía haberse ido a dormir. Dejó su capa sobre el perchero junto a la puerta pero le extrañó que no estuviera el de su amada - ¡Qué extraño! – pensó. Se dirigió hacia la habitación mirando de reojo al salón donde tampoco observó nada. La habitación también estaba vacía y de repente algo llamó su atención a su espalda, un aleteo, era Asmo.
- ¡Asmo! ¡Que pasa! ¿Dónde está Nabi? ¿A dónde fue tan de noche?

El gato le comentó todo lo que sabía y le mandó que fuera a la mesa del salón. Al bajar las escaleras y entrar pudo ver algo de lo que no se había percatado antes al mirar de reojo y era que la bruja le había preparado una cena especial. Sobre la mesa vio una nota y encima de esta descansaba un anillo. Leyó la nota a toda prisa y no pudo sino sentirse culpable por no haber podido estar antes ahí y que quizás por esto ella ahora se hubiera enfadado.
- ¡Maldición! ¿Por qué no les mandaría al cuerno? – se lamentó
El gato andaba por allí expectante.
- ¡Asmo! ¿Tienes alguna noción de donde puede haber ido? ¡Tengo que encontrarla!
Asmo no sabía donde podría haberse ido y al alcalde se le ocurrió algo. Tomó la alforja que le había regalado la bruja meses atrás y se puso la capa volviendo al salón de nuevo.
- ¡Centinela, ven! – gritó al perro que vino raudo y le lamió las botas - ¡Asmo!, tú y Centinela me ayudaréis a encontrarla, vais a venir conmigo – le dijo enérgicamente al gato mientras daba pequeños golpecitos en su alforja para que se metiera en ella si no quería pasar frío - Centinela intentará seguir su rastro. Déjame ver.... - buscó con la mirada algo de la bruja - ¡Eso servirá! - tomó un pañuelo que vio cerca y se lo acercó a Centinela - ¡Centinela, busca a Nabi!

El perro olisqueo el pañuelo y se dirigió a la puerta esperando a su amo. El joven se acomodó la capa, tapó al gato en la alforja y los tres salieron a la calle en plena noche en busca de Nabi.

--Asmodeus. escribió:

Al escuchar ruidos en la entrada, el gato pensó que era Nabi que volvía de regreso. Esperó unos instantes y fue a ver si era así, aunque estaba equivocado: era el novio de ella. El alcalde se giró hacia él.
- ¡Asmo! ¡Qué pasa! ¿Dónde está Nabi? ¿A dónde fue tan de noche?
- Ya veo que no te la has encontrado- suspiró-. Ella simplemente se marchó. Me dijo que te mostrara esto.

Le llevó a la mesa donde se encontraba su regalo y se quedó sentado en ella. Vio cómo tomaba la nota y el anillo y leía la misma.
- ¡Asmo! ¿Tienes alguna noción de donde puede haber ido? ¡Tengo que encontrarla!
- No, no sé dónde podría estar.

De pronto, LordKoal cogió su capa y su alforja.
- ¡Asmo!, tú y Centinela me ayudaréis a encontrarla, vais a venir conmigo.
Se metió en la alforja.
- Me parece buena idea. No creo que esté lejos, mira, se dejó su farol aquí.

Ya en la calle, Asmodeus comenzó a pensar en lugares.
- Podemos ir a sus oficinas. Tal vez haya querido cargarse de trabajo.
Así que se pusieron a buscar en las distintas oficinas, pero todas estaban cerradas.
- Había que descartar lugares. No creo que esté en sus campos, no tiene motivos para ir ahí.
Al momento, al gato se le ocurrió algo.
- ¡Creo que sé dónde puede estar! Pero vas a necesitar iluminación para ver. Tenemos que salir de Soria.
Vio la expresión de alarma del joven.
- Tranquilo, no está muy lejos.

Fue indicándole el camino hacia una pequeña colina, tratando de llevarle por donde no hubiera tantos árboles y nieve.
- ¿Sabes? Nabi estuvo esperándote por horas. No se olvidó de tu día, eso dijo varias veces. Tuvo varias cosas en contra para darte una noche especial. Mientras te esperaba, ella estaba preocupada, y alcancé a escuchar algunas cosas que murmuraba, como "no es el día correcto", "seguro que me regaña", "si le explicó, lo entenderá". Creo que se ha torturado tanto al pensar en tu reacción que no quería enfrentarte ahora.

Ya llegando arriba de la colina, divisaron una silueta.
- Parece que es Nabi. No seas duro con ella.
Salió de la alforja y se subió encima de Centinela.
- ¡Centinela, vamos a casa!

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La idea del joven pronto se fue al traste. Aunque Centinela podría seguir el rastro, el intenso frío de la calle helaba su olfato. No sabía qué hacer…Quedó dubitativo y el gato lo notó.
- Podemos ir a sus oficinas. Tal vez haya querido cargarse de trabajo.
- Buena idea, vayamos pues. Además llevo conmigo las llaves de cada una de ellas.
Caminaron en medio de la noche hasta cada una de las oficinas en las que trabajaba durante el día pero en todas ellas no había nadie en su interior y las puertas estaban bien cerradas, aunque bien es cierto que a ella no le hacían falta llaves si así lo quería.
- Había que descartar lugares. No creo que esté en sus campos, no tiene motivos para ir ahí.
- No, no los tiene aunque tampoco sería la primera vez que la encuentro ahí por la noche, ya recordarás… - le comentó al gato recordando el incidente del maizal.
- ¡Creo que sé dónde puede estar! Pero vas a necesitar iluminación para ver. Tenemos que salir de Soria.
El joven hizo una mueca de preocupación.
- Tranquilo, no está muy lejos.

El gato le condujo fuera de Soria abandonando lo caminos y entrando en una pequeña colina boscosa. Decidió coger en brazos a Centinela, que se hundía en la nieve y le costaba seguirles.
- ¿Sabes? Nabi estuvo esperándote por horas. No se olvidó de tu día, eso dijo varias veces. Tuvo varias cosas en contra para darte una noche especial. Mientras te esperaba, ella estaba preocupada, y alcancé a escuchar algunas cosas que murmuraba, como "no es el día correcto", "seguro que me regaña", "si le explicó, lo entenderá". Creo que se ha torturado tanto al pensar en tu reacción que no quería enfrentarte ahora.
- Mi bella bruja, ¿por qué pensó esas cosas? – torció el gesto - Aunque todo es culpa mía por llegar tarde.

A lo lejos y en la oscuridad consiguieron atisbar una silueta, parecía ella. El gato no estaba equivocado. Aprovechó entonces para dejar a Centinela en el suelo de nuevo.
- Parece que es Nabi. No seas duro con ella.
- ¿Por qué habría de serlo? – dijo contrariado mientras el gato ya se alejaba con Centinela de regreso a casa.


Miró hacia silueta de nuevo. A pesar de la oscuridad, los bellos rasgos no dejaban lugar a duda de que era ella, su amada. Fugazmente un pequeño brillo llamó su atención, una tenue luz que se reflejó en el anillo de su mano, el anillo que la bruja le había regalado y que se había puesto antes de salir de casa en su búsqueda. Se quedó absorto mirándolo. Ese regalo era lo que siempre representó ella, una luz en la oscuridad. Sin más dilación se acercó a ella con cuidado de no asustarla.
- ¿Nabi?
Cuando se dio la vuelta no pudo reprimirse y abrazándola la besó antes de recibir respuesta alguna.
- ¡Amor mío! ¿Que haces aquí de noche y con este frío? Me has preocupado. - la volvió a besar - Asmo me contó todo. Siento no haber estado antes en casa.
Tomó su cara con sus manos y la miró fijamente.
- ¿Como creíste que me iba a enfadar contigo? ¿Estás bien?

Tenía la cara algo fría, lo notó y mantuvo sus manos en ella para darle algo de calor.

Se había olvidado el farol en casa, y maldijo por ello. Usó su magia para crear una pequeña bola de luz y que le iluminara su camino hacia lo alto de la colina. Al llegar, apartó un poco de nieve con los pies y apoyó su hombro contra un árbol. Cerró el puño, haciendo que la luz desapareciera, y se quedó mirando absorta la lejanía, teniendo a Soria en su campo de visión.

No supo el tiempo que pasó, pero escuchó ruido de pisadas. Sacudió la cabeza, pensando que eran imaginaciones suyas. Pero una voz muy familiar la hizo girarse:
- ¿Nabi?
No le dio tiempo a contestarle, pero respondió al beso.
- ¡Amor mío! ¿Que haces aquí de noche y con este frío? Me has preocupado.
- Yo...- no pudo decir más al recibir otro beso de su amado.
- Asmo me contó todo. Siento no haber estado antes en casa.
- No, perdóname a mí. Quise hacer algo especial pero todo se torció.
- ¿Como creíste que me iba a enfadar contigo? ¿Estás bien?
- Porque seguro que pensaste que me olvidé de tu día, después del que me diste tú en mi cumpleaños. Ahora me siento como una completa idiota, por lo demás estoy bien.

Suspiró, y se quedaron unos instantes en silencio. Se volvió a mirar la villa y agarró la mano de su novio.
- Cuando me siento agobiada o que alguna situación se me va a escapar de las manos, vengo aquí. Ver Soria desde fuera, como sigue adelante, me ayuda a pensar en que debo hacer lo mismo.
A pesar de estar a oscuras, divisó algo que se movía abajo de la colina, y supo que eran Asmodeus y Centinela.
- Da igual dónde vaya o me esconda, siempre me encontrarás, ¿eh?
Sacudió la cabeza, quitándole importancia a lo que acababa de decir.
- Deberíamos volver. Pero tenemos que bajar para recoger a esos dos.
Les gritó que esperaran allí y fueron bajando despacio.
- ¿Es muy tarde para desearte feliz cumpleaños?- soltó una risilla nerviosa.

Se agarró un poco más fuerte, temiendo caer, y vio que llevaba el anillo puesto.
- ¿Sabes? Las piedras preciosas tienen un significado, y los brujos podemos sacarle beneficios para diversos hechizos y pociones. El anillo que te he regalado, lleva diamantes, los cuales absorben y amplían el pensamiento de quien lo usa, así como las fortalezas y debilidades de otras piedras y sus portadores. También se dice que protege de venenos. Así que me pareció bien que tuvieras unos cuantos- tomó aire y prosiguió-. El rubí es una protección contra la desgracia y la mala salud, y también se utiliza para abrir el corazón y fomentar el amor. Se suele entregar como regalo ya que es un símbolo de la amistad y del amor, aparte de que es un símbolo de la vitalidad- le sonrió-. Todo eso representa lo que deseo para ti.

Ya abajo, recogieron a los animales.
- Será mejor que acelere el que lleguemos antes a casa.
Le cogió del brazo y chasqueó los dedos, quedándose a una calle de su casa. La bruja refunfuñó.
- Muy débil debo estar para que mi magia no funcione bien. Apenas comí hoy, tuve muchas cosas que hacer- se apresuró a decir al ver la cara de LordKoal.
Andaron a paso apresurado hasta que entraron en su casa.

Cuando entraron, la joven se quitó la capa y recogió la de su novio.
- Yo me encargo de colgarlas. ¿Podrías revisar la chimenea?
Terminó rápido su tarea y se reunió con él.
- Bueno, aunque ha pasado tu cumpleaños, lo celebramos ahora. Es tu día, así que tú decides que quieres hacer.

- Da igual dónde vaya o me esconda, siempre me encontrarás, ¿eh?
Sonrió mirando de reojo al lugar por el que se habían marchado sus dos acompañantes.
- Deberíamos volver. Pero tenemos que bajar para recoger a esos dos.
- Si, volvamos. No deberíamos estar en la calle ahora, sino a la hoguera en casa.
La joven gritó a Centinela y Asmo para que les esperaran y comenzaron a bajar.
- ¿Es muy tarde para desearte feliz cumpleaños?
- ¡Nunca lo es viniendo de ti!
La tomó de la cintura elevándola del suelo y la besó. Continuaron su camino de regreso agarrados de la mano y ella tocó el anillo.
- ¿Sabes? Las piedras preciosas tienen un significado, y los brujos podemos sacarle beneficios para diversos hechizos y pociones. El anillo que te he regalado, lleva diamantes, los cuales absorben y amplían el pensamiento de quien lo usa, así como las fortalezas y debilidades de otras piedras y sus portadores. También se dice que protege de venenos. Así que me pareció bien que tuvieras unos cuantos. El rubí es una protección contra la desgracia y la mala salud, y también se utiliza para abrir el corazón y fomentar el amor. Se suele entregar como regalo ya que es un símbolo de la amistad y del amor, aparte de que es un símbolo de la vitalidad. Todo eso representa lo que deseo para ti.
El joven no sabía que decir realmente. Tomó su mano, la besó y observó algo.
- ¿Y esto? - le preguntó al ver una pequeña punzada en uno de los dedos
Ella giró la cabeza levemente y miró el anillo sonriendo.
- ¿Me estás diciendo que esto lo has hecho con tu sa...? - quedó atónito
Sabía de los recelos de la bruja hacia otras personas y sus relaciones fallidas anteriores y ese regalo, ese, significa muchísimo, suponía llevar con él parte de ella siempre.
- Si para mi el mayor regalo es tenerte a mi lado ahora, ahora que me entregas una parte de ti en este anillo, ¿como pensabas que podría enfadarme?
La abrazó con fuerza agradeciéndoselo y la besó.
- Estabas preocupada por si me enfadaba, pero en cambio has conseguido que sea un día difícil de olvidar, con mi búsqueda acompañado de dos animales y la vista de Soria desde allí arriba y ahora esto. Además, quedan cosas pendientes en casa. Volvamos pues - dijo mirándola sonriente
- Será mejor que acelere el que lleguemos antes a casa.
- ¿Cómo que acele…? – no acabó y ya estaban en otro lugar. La miró torciendo el gesto.
- Muy débil debo estar para que mi magia no funcione bien. Apenas comí hoy, tuve muchas cosas que hacer.
- No tenías porque hacer ahora esto, podríamos haber ido andando sin problema - suspiró - Bueno, al menos hemos quedado casi al lado y no entre dos muros de alguna pared. – bromeó para quitar importancia al hecho.

Llegaron a casa en un instante y se dispusieron a continuar lo que había quedado pendiente.
- ¿Podrías revisar la chimenea?
- ¡Por supuesto!
Tomó algunos leños que había preparados junto a la hoguera, casi recién cortados. En otras ocasiones, el joven trae algunos de su carpintería, aquellos que o bien se desperdician o bien no son aptos para ser usados pero si para calentar, pero estos habían sido cortados en pequeños tacos especialmente para la hoguera, supuso que lo había hecho la bruja.
- Bueno, aunque ha pasado tu cumpleaños, lo celebramos ahora. Es tu día, así que tú decides que quieres hacer.
- Me preocupas que estés cansada y el rato que has estado fuera, pero también no puedo dejar de pensar en lo que has hecho durante el día para desperdiciarlo- – miró de reojo la cena – Siempre podemos calentarlo un poco y continuar la noche como si no hubiera pasado nada. Mañana no trabajaré hasta la tarde. Y después de la cena…ya veremos. – dijo con sonrisa pícara.

Cenaron, hablaron y disfrutaron animadamente del cumpleaños hasta tarde. Era el primer cumpleaños que el joven celebraba y quería tener para siempre un gran recuerdo del mismo junto a su amada y que menos que saborear todo lo que le había preparado y pasar el rato con ella.


Días después se celebraba un gran evento en Soria, el bautizo de un gran número de jóvenes y tanto el alcalde como la bruja habían sido invitados a tal evento donde la mismísima Reina iba a ser una de las madrinas de los jóvenes. Una de las bautizadas era también la prima de Nabi y este era un motivo más para asistir.
Llegado el día, ambos acudieron y al acabar el joven se acercó a saludar y felicitar a los bautizados dejando constancia de su sana envidia por las actas de bautismo que él nunca había recibido. Llegó el fin de semana y mientras lordkoal andaba perfilando una pequeña figurilla de madera oyó que alguien tocó a la puerta.
- ¡Nabi cariño! ¿Te importa abrir?

Centinela ya estaba nervioso ante la puerta esperando a ver quien era para olisquearle y lamerle los pies.

Después del bautizo de su prima y su posterior celebración, los días volvieron poco a poco a la calma. Ambos estaban ocupados con sus cargos, pero no era la tensión inicial, así que disponían de más tiempo para los dos.

Ya antes de oír golpes en la puerta, Centinela estaba esperando en la misma, nervioso y rascándola para que se la abrieran. No prestó atención y siguió leyendo el libro que había sacado de la torre, hasta que unos golpes la hicieron volver a la realidad.
- ¡Nabi cariño! ¿Te importa abrir?
- Para nada, ya voy- dijo cerrando el libro.

Lo posó sobre la mesa y fue a la entrada. Apartó con el pie al perro y dejó la pierna estirada haciendo una barrera entre Centinela y la puerta. Abrió un poco y asomó la cabeza. Al otro lado se encontró un niño tembloroso que preguntaba por el alcalde. Le dejó pasar, y recordó de qué lo conocía. Dejó que el perro olisqueara a Froi, y se fue a avisar a su novio.
- Es para ti. Lo he dejado esperando en la entrada, dudo mucho que pueda dar un paso más.

Le siguió para ir a la cocina, donde sacó algo de carne y llamó a Centinela para que no molestara más, aunque no le hizo caso por más que le llamaba. Decidió ir donde estaban y puso los brazos en jarras.
- ¡Centinela, ven aquí!
El perro fue cabizbajo y la bruja le señaló la cocina, así que allí fue. Se fijó en que el niño volvía a temblar y, con una mirada cómplice, decidió bromear a su costa.
- Koal, cariño, ya tenemos la cena, ¡mira qué rico tiene que estar ese niño!- dijo relamiéndose.

Se acercó despacio, viendo cómo retrocedía a su vez. Hizo un movimiento suave con la mano, haciendo que la puerta de la calle se abriera despacio. De repente, se inclinó y echó hacia adelante poniendo cara agresiva, asustando al niño y viendo cómo salía huyendo y chillando. Nabi no pudo reprimirlo y soltó una sonora carcajada mientras cerraba la puerta de nuevo.

- Es para ti. Lo he dejado esperando en la entrada, dudo mucho que pueda dar un paso más.
- ¿Y eso por qué? - preguntó extrañado

Se dirigió hacia la puerta y allí encontró a un jovencito con cara de estar asustado. Se acercó a él y le invitó a seguirle ofreciéndole asiento.
- Por favor chiquillo, siéntese.
Pero el joven no quería avanzar más de donde estaba y tampoco parecía querer articular más de tres palabras seguidas. Al momento apareció su amada para llevarse a Centinela de allí que estaba incordiando al pobre joven como hacía a todas las visitas.
- Koal, cariño, ya tenemos la cena, ¡mira qué rico tiene que estar ese niño!
Ante las palabras y movimiento de la bruja el joven salió huyendo del pánico, pero la puerta se "cerró" y no pudo salir de la casa. El alcalde soltó una sonrisilla tanto por la broma de la bruja como por la reacción del joven.
- ¡¡Nabiiii!!, ¡deja al pobre muchacho!

Se acercó al monaguillo que estaba acurrucado junto a la puerta y se puso en cuclillas junto a él.
- No te preocupes chico, aún no se ha comido a nadie y cuando la conoces es muy dulce. Bruja, si, pero muy dulce - miró a su amada cómplice - Sois Froi ¿no? uno de los monaguillos de Lluvia. Decidme, ¿a que os envía la Archidiaconisa?

- Mi archivodediaconisa me envía a que le entregue esto, Don Alcalde.
El alcalde tomó el documento pero sin mirarlo.
- ¿Puedo irme? ¿Puedoirmeya?
- ¡Claro que sí, joven! Dele mis agradecimientos a Lluvia por lo que sea esto que me has traído.
Guió al joven hasta la puerta ayudándole con una mano en su espalda y, nada más abrir la puerta, el chico huyó raudo y veloz como si la mismísima sombra de la muerte corriera tras él.

El alcalde no pudo evitar reirse a carcajadas.
- Pobrecillo, creo que lo has traumatizado. - le dijo a Nabi - ¡Bien!, veámos que es esto que me ha traído.
Echó un vistazo al documento y para su sorpresa era un acta de su bautizo, la cual en su día el Obispo Ignius se negó a hacerle una pero que ahora la archidiaconisa se había molestado en entregarle una.
- Mira tú por donde, alguien le habrá dicho que yo no tenía una y me la hecho. Muy amable por parte de Lluvia.
Tomó el acta y lo llevó a su pequeño cofre con documentos importantes y tras esto prosiguió con el tallado de la figurita que dejó a medio hacer para intentar acabarla antes de que llegara el momento de comer.

Avanzaban lo días y poco a poco la nieve iba dejando paso al verde de las praderas y las primeras flores de la primavera asomaban en los árboles. El frío ya iba remitiendo y esto invitaba a salir más a menudo por las calles de la villa. Pocos eran los ratos de los que disponía el alcalde para pasar tiempo libre, apenas algunas tardes y los fines de semana.
Justo una de esas mañanas de fin de semana decidió salir a dar un paseo por los alrededores y conocer la situación de la villa tras el largo invierno.
- ¡Cariño! tengo ganas de salir por los alrededores de la villa. Volveré en un rato.
Le dio un beso en la mejilla y salió a la calle.

Era domingo, media mañana y ya se notaba algo el "calorcillo" de la primavera que estaba por llegar. Una vez fuera se dio cuenta de que quizás su paseo le llevaría más tiempo del esperado y probablemente volviera tarde para comer. Decidió entonces acercarse hasta los establos de la villa y tomar la yegua que regaló a su chica. El problema es que dichos establos quedaban en la parte opuesta de la villa y tardaría también en ir hasta allí. No obstante fue hasta los mismos paseando por las calles de la villa y al llegar charló con el mozo encargado de cuidar a los animales.
- ¡Joven!, ¿podrías traerme la yegua "Luna"?
- ¡Zi zeñor, ahora mismo sus la traigo!
El chico, que ni mucho menos era quien estaba al cargo de las caballerizas, fue torpemente hacia ellas y trajo a la joven yegua.
- Aquí la tiene zeñor.
El alcalde miró a Luna. Tenía buen aspecto pero no todo el que le gustaría.
- Dígame chico, ¿cuantas veces se le da de comer a los caballos aquí?
El chico vaciló un instante.
- No muchas zeñor, apenas hay para todoz y durante el invierno ziempre ez peor.
- Ya veo... Muy bien, me la llevaré a dar una vuelta. Supongo no importará que tome prestada esas monturas - le señaló con el dedo.
El chico negó con la cabeza al tiempo que el alcalde las tomó, las puso sobre Luna y se subió a ella.

Cabalgó sobre Luna buena parte de los alrededores de Soria. Las nieves invernales y las abundantes lluvias de otoño dejaban un panorama esperanzador en lo que a buenos cultivos se refería. En el vergel, algunos de los árboles ya comenzaban a florecer y el Río Duero bajaba a rebosar.
Miró al cielo y vio que ya era cerca del mediodía por lo que se encaminó de regreso a Soria. Esta vez, en lugar de llevar a Luna a las caballerizas de la villa, la dejó atada fuera de la casa de su dueña.
- ¡Preciosa, ya he vuelto!
La besó y antes de que le preguntara.
- He estado por los alrededores de Soria conociendo como está todo ahora que llega la primavera, para ver como podrían ser las cosechas de este año y la verdad es que no tiene mala pinta. - tomó aire - Ya comienza todo a estar muy bonito, tenemos que salir un día y dar un paseo, los dos juntos - le acarició la mejilla.
Tomó un pedazito de la comida que había preparado al tiempo que se reía por hacerlo.
- ¡Ah!, mira por la ventana y dime que ves.
La joven se acercó y miró a través de ella viendo fuera a su yegua Luna girándose hacia él con cara extrañada.
- Si, es Luna. Fui a por ella hasta las caballerizas y me la llevé para así tardar menos en volver - quedó en silencio unos instantes - La verdad es que no la vi muy bien cuidada y mientras estuve por ahí pensé que podría ser buena idea montar un pequeño establo en la zona de atrás de tu casa. ¿Que te parece la idea?

- ¡Cariño! tengo ganas de salir por los alrededores de la villa. Volveré en un rato.
- Vale, yo estaré aquí.

Esperó unos minutos en cuanto escuchó la puerta y fue rápida a la torre. Últimamente había sufrido ciertos ataques relacionados con los elementos, todo debido al estrés acumulado.
- Nabi, ¿qué buscas?
- Algún libro que me hable sobre estos poderes y que me ayude a controlarlos.

Sabía que podía tardar horas en encontrar lo que buscaba, así que recurrió a un pergamino encantado que le ayudaría más rápido. Puso la mano sobre el mismo y se centró en lo que buscaba. Rápidamente vinieron hacia ella varios, los cuales hizo que se giraran para poder ver la portada. Leyó por encima y eligió los dos que iban más acorde con sus síntomas. Después de mandar al resto de libros que volvieran a su lugar, cerró la torre y volvió a su casa.

Ya en el salón, estuvo ojeando uno de los libros, en el cual explicaba el don que le había otorgado la naturaleza y los peligros de no poder controlarlo.
- Bruja, ¿se te olvida que tenemos que comer hoy?
No respondió, y fue directa a la cocina con un nudo en el estómago.
- Mira la hora que es, y yo perdiendo el tiempo con los libros. Koal me mata.
- No exageres.
Asmodeus se sentó en la mesa mientras la joven preparaba la comida para más tarde.

Estaba cortando algo de queso cuando escuchó de nuevo la puerta. No tardó en aparecer su novio por la cocina.
- ¡Preciosa, ya he vuelto!
- ¿Dónde...?- se calló para recibir el beso.
- He estado por los alrededores de Soria conociendo como está todo ahora que llega la primavera, para ver como podrían ser las cosechas de este año y la verdad es que no tiene mala pinta. Ya comienza todo a estar muy bonito, tenemos que salir un día y dar un paseo, los dos juntos.
- Me parece buena idea. Ya tengo ganas de salir.
LordKoal le robó un trozo de queso, algo que trató de evitar, sin éxito.
- ¡Koal! - exclamó poniendo los brazos en jarras.

Él rió, y ella suspiró.
- ¡Ah!, mira por la ventana y dime que ves.
- Espero que no sea una estratagema para hacerte con otro trozo.
Asomó la cabeza y se encontró a su yegua al otro lado.
- Si, es Luna. Fui a por ella hasta las caballerizas y me la llevé para así tardar menos en volver. La verdad es que no la vi muy bien cuidada y mientras estuve por ahí pensé que podría ser buena idea montar un pequeño establo en la zona de atrás de tu casa. ¿Que te parece la idea?
- Si tan mal cuidada está, mejor que se quede con nosotros. Esa fue mi idea cuando me la regalaste, usar parte del espacio libre que tengo para hacerle un establo, y también hacer un pequeño jardín.

Miró de nuevo las ollas.
- Aún queda un rato para que esté lista la comida. Si no tienes nada que hacer, puedes empezar ahora.
Le sacó a empujones de la cocina y le dio un beso.
- Mejor que estés fuera de aquí o comerás la comida sin estar aún hecha. Te llamo cuando ya esté listo.

- Aún queda un rato para que esté lista la comida. Si no tienes nada que hacer, puedes empezar ahora.
- ¿Empezar ahora? Con hambre es imposible pensar en nada más.. - dijo con cara de pena
Se acercó a ella y mientras con una mano la acercaba a él para despistarla, con la otra intentaba pillar algo de comida pero su intento fue en vano y le descubrió.
- Mejor que estés fuera de aquí o comerás la comida sin estar aún hecha. Te llamo cuando ya esté listo.
- ¡Vaaale! Pero no pienso hacer nada, que estoy que me muero de hambre.

Esperó pacientemente a que le llamara para comer y mientras tanto, y para matar el tiempo, echó un vistazo al jardín para tener una idea exacta de donde podría ir y que haría falta. Tampoco quería decidir mucho, pues la última palabra la tendría su amada. No pasó mucho tiempo hasta que la bruja le llamó y comieron. Todo estaba delicioso.
- Lista, fuerte, sin pelos en la lengua, una preciosidad y encima sabes cocinar. ¡Que suerte tengo!
Le dedicó una sonrisa mientras seguían comiendo y tomaba después vino de una copa.
- Y pensar que algunos creen que me envenenas con estas cosas...Si esto es veneno no quiero ni imaginar entonces tus mejores platos. - rió

Acabaron de comer, le ayudó a recoger y limpiar todo y al rato se pusieron ambos a pensar sobre el establo. El joven le dijo primero de ir al jardín y decidir donde ubicarlo para conocer previamente las medidas y los materiales necesarios para así poder hacer los cálculos necesarios.
- Yo creo que podría ir ahí en esa zona ¿no? - le señaló el lugar - Lo suyo sería que fuera lo suficientemente grande para poder tener dos o tres caballos con comodidad de cara al futuro... - quedó pensativo unos instantes - ...o para visitas, y al menos otras dos estancias para guardar su alimento así como las monturas y demás utensilios.
Se giró hacia ella preguntándole.
- ¿Que opinas?

- Lista, fuerte, sin pelos en la lengua, una preciosidad y encima sabes cocinar. ¡Que suerte tengo!
- ¡Y qué zalamero eres!-dijo devolviéndole la sonrisa.

Comenzaron a comer.
- Y pensar que algunos creen que me envenenas con estas cosas...Si esto es veneno no quiero ni imaginar entonces tus mejores platos.
- Esos aún no los has probado. Cierto es que me esmeré un poco más aquel día que te invité a comer, al día siguiente de declarárteme. ¿Lo recuerdas?

Después de haber dejado todo en su sitio, se abrigaron y salieron al jardín.
- Yo creo que podría ir ahí en esa zona ¿no? Lo suyo sería que fuera lo suficientemente grande para poder tener dos o tres caballos con comodidad de cara al futuro... o para visitas, y al menos otras dos estancias para guardar su alimento así como las monturas y demás utensilios.

La joven estuvo imaginando lo que su amado le proponía.
- ¿Que opinas?
- Me parece buena idea. Tenía pensado poner un pequeño jardín, pero desde que tengo a Luna se han trastocado mis planes ligeramente.

Se llevó un dedo a la barbilla, pensando.
- Se me acaba de ocurrir algo.
Fue detrás de la casa.
- El sol llega a dar bien en esta zona, así que sería empezar a crearlo aquí. Pero mejor empezarlo cuando acabemos las caballerizas. Tú eres el carpintero, así que te dejo el encargo a ti. Me fío de tu criterio para la obra.

Entró un momento para coger un par de manzanas y volvió a salir. Se las dio de comer a su yegua mientras acariciaba su cabeza.
- Mientras estés aquí no vas a pasar más hambre.
La llevó a la parte de atrás, donde soplaba menos viento, y la ató. Después, volvió al lado de su novio.
- ¿Entramos ya? Me estoy quedando helada.

- El sol llega a dar bien en esta zona, así que sería empezar a crearlo aquí. Pero mejor empezarlo cuando acabemos las caballerizas. Tú eres el carpintero, así que te dejo el encargo a ti. Me fío de tu criterio para la obra.
- Primero tendré que reunir lo necesario y después hacer alguno planos, pero vamos no creo que sea muy difícil. Lo único que quizás ponga a los mozos a hacer buena parte de las mismas ya que entre el Ayuntamiento y el puerto poco tiempo libre me queda.
La bruja fue a por su yegua y la llevó a la parte de atrás regresando al momento junto al joven.
- ¿Entramos ya? Me estoy quedando helada.
- ¡Claro!
Se puso detrás de ella arropándola con sus brazos y entraron en casa.

Esa tarde el joven se puso manos a la obra y estuvo tomando medidas en el jardín.
- Bien, veamos...10 pasos de largo por 15 de ancho - decía en voz baja mientras tenía en la boca un pequeño palo - y de alto...4 pasos al menos... Más o menos por aquí habría que hacer un pequeño muro....y aquí otro....ummmm...creo que estaría todo así.

Se hizo un pequeño esbozo de todo en un trozo de papel al que iba añadiendo algunas anotaciones en cuanto a materiales necesarios y días para finalizarlo. Tras tener todo listo entró de nuevo en casa para mostrárselo a Nabi, quien fue con él junto a la chimena y llevó algo caliente para tomar.
- ¡Que frío se ha levantado en poco tiempo!
Se frotó los brazos cuando al entrar tiritó repentinamente.
- Con lo que me dijistes, creo que el mejor sitio para colocar las caballerizas es este sitio entonces - le indicó en el papel - ya que el jardín estaría en esta otra parte que querías.
Sorbió un poco leche caliente con miel del vaso que le había traído su amada.
- Vamos a necesitar bastante madera, pero he pensado en poner una parte con muros de piedra para hacerlo más resistente. - paró unos instantes y prosiguió - El techo aunque bien podría ser sencillo y asequible es mejor que lo hagamos con tejas de arcilla, cuanto más resista al agua y la nieve mucho mejor.

Observó a Nabi hacer un movimiento con la cabeza en señal de aprobación y comenzó a recoger un poco todo.
- Pero el resto ya para otro día, hoy ya he hemos hecho bastantes cosas y era nuestro día libre. - tomó su mano delicadamene - Ahora me apetece pasar un rato contigo tranquilamente, que entre semana no coincidimos tanto como quisiéramos.

A pesar de que el día había empezado con buen tiempo, poco a poco fue cambiando y el frío y la lluvia llegaron, cosas de la primavera sin duda, por lo que pasaron el resto de la tarde junto a la chimenea.

Al día siguiente cada uno tenía que volver a sus tareas diarias, ella al puerto y la cartografía y él al Ayuntamiento, pero antes fue a su carpintería y encargó a sus dos mozos aprendices que fueran en busca de todo el material que le haría falta para las caballerizas.
- A ver mangurrianes - les decía cariñosamente - Quiero que me consigáis todo esto que os dejo aquí anotado. Cuando lo tengáis todo me avisáis y os diré qué hacer entonces.
A los zagales les tocaría recorrer buena parte de Soria en busca de leña, tablones, piedra, arena e incluso conseguir alguna pala y picos nuevos de los herreros, todo ello en el mercado.

Dicho y hecho, a los tres días consiguieron reunirlo todo y fueron a buscarle al Ayuntamiento. Al acabar, se dirigió a su carpintería y allí habló con ambos aprendices.
- Atendedme, quiero que toméis esos tablones y me hagáis largueros con estas medidas que os dejo aquí. Al menos debéis hacer.... - prosiguió explicándoles todo lo necesario - según acabéis algunas cosas las vais llevando al jardín donde haremos las caballerizas.
Una vez acabó se dirigió a casa y allí se encontró con su amada.
- ¡Hola preciosa! - la besó - Vengo de la carpintería, ya tenemos todo lo necesario. En cuanto los aprendices hagan unas cosas que les pedí que prepararan podremos empezar las caballerizas. Irán trayendo poco a poco las cosas hasta aquí.

Mientras su amado salía a hacer los primeros cálculos de las caballerizas, Nabi se dedicó preparar algo caliente para tomar más tarde.
- ¿Vas a volver a cambiar la casa? Porque recuerdo lo que pasó la última vez...
- Jajaja Asmo, esta vez no será con magia. Aunque ya domino ese conjuro, no lo voy a usar. A Koal le hace ilusión ampliar la casa, así que le dejaré el proyecto a él.

Decidió llevar algo de miel a la sala mientras era seguida por el gato.
- Además, ya le oíste: Luna no estaba bien cuidada, así que la cuidaremos nosotros. Así podrás montar a caballo.
- No me hace falta, ya tengo mi propio caballo.
Asmodeus giró la cabeza hacia Centinela, y la joven no pudo reprimir una carcajada.
- ¡Es verdad! Este perro es muy grande, y cuando se pone a jugar conmigo hay veces que tengo miedo por mis alas.
- Mmm... ya veré cómo solucionar eso. Antes que nada está el asunto de mis nuevos poderes. He leído que puedo ser un peligro para todos si no los controlo cuanto antes, y ya he dejado esto a un lado durante bastante tiempo.

Habían vuelto a la cocina.
- Estableceremos ese orden de prioridades, pero prometo terminarlo cuanto antes.
- No te preocupes, bruja. Sé de sobra que tienes mucho trabajo.
Se interrumpió la conversación al escuchar cómo la puerta de la calle se abría.

Fueron de nuevo a la sala, Nabi con una bandeja entre las manos. Ya sentados y cómodos, LordKoal le fue contando lo que tenía en mente.
- Con lo que me dijistes, creo que el mejor sitio para colocar las caballerizas es este sitio entonces ya que el jardín estaría en esta otra parte que querías.
- Me parece bien tu idea. He pensado que, como el jardín puedo crearlo de la forma que quiera, que no me importa las medidas que quieras ponerlo, con tal de que me dejes un hueco para poder plantar.

Siguió escuchando sus ideas y asintió sintiéndose de acuerdo con lo que decía.
- Pero el resto ya para otro día, hoy ya he hemos hecho bastantes cosas y era nuestro día libre. Ahora me apetece pasar un rato contigo tranquilamente, que entre semana no coincidimos tanto como quisiéramos.
- Es verdad. Estamos hasta arriba de trabajo, y cuando llegamos a casa a la noche ambos estamos agotados- apoyó la cabeza en su hombro-. Echaba de menos estos ratos contigo.

Entre responsabilidades y nuevos proyectos pasaron los días. La bruja aprovechaba y madrugaba para poder atender todo, y así tener las tardes más desocupadas.
- ¡Hola preciosa! Vengo de la carpintería, ya tenemos todo lo necesario. En cuanto los aprendices hagan unas cosas que les pedí que prepararan podremos empezar las caballerizas. Irán trayendo poco a poco las cosas hasta aquí.
Respondió al beso.
- Hola guapo. ¡Me parece estupendo que ya se pueda comenzar! Seguro que Luna lo agradecerá aun más. Antes de que empecéis iré limpiando un poco la zona, que aún quedan restos de nieve.
Cerró el libro que tenía entre manos. Había estado informándose de lo que necesitaba para el conjuro.

- Hola guapo. ¡Me parece estupendo que ya se pueda comenzar! Seguro que Luna lo agradecerá aun más. Antes de que empecéis iré limpiando un poco la zona, que aún quedan restos de nieve.
- Sí, es probable que ya mañana empiecen a traer algunas cosas para así poder empezar a levantar las caballerizas el sábado.

Dos días después, los aprendices comenzaron a llevar poco a poco a la casa los materiales ayudados de un pequeño borrico que tiraba de una carreta y el joven se acercó hasta su carpintería antes de dirigirse al Ayuntamiento.
- No carguéis mucho al pobre animal, que hay que devolverlo de una pieza a las cabellerizas de Soria a media tarde. - farfulló - Si tenéis que echar uno o dos viajes más, ¡hacedlo!
Revisó todos los materiales que tenían preparados en la carpintería para transportar hasta la casa.
- A ver, quiero que estos tablones, una vez en la casa, los pongáis todos juntos separados de aquellos largueros de madera de allí y por supuesto, la piedra y la arena en otro lado, que os conozco y lo tiráis todo de mala manera y en cualquier lugar - les miraba a ambos - Yo ahora he de regresar al Ayuntamiento. Os quiero listos el sábado que empezaremos con esto.
El joven alcalde se retiró y lo mozos empezaron a cargarlo todo y llevarlo.

Al caer la tarde regresó a casa, el tiempo iba mejorando por días, el frío iba quedando atrás y cada día hacía un poco más de calor aunque eso no significara que en cualquier momento pudiera aparecer una vengativa tormenta pero no fue así esa tarde.
Entró en casa y Centinela vino raudo a su encuentro. Su amada aún no había llegado. Fue a la parte de atrás a comprobar que todo estuviera como les indicó a los aprendices y así era, no lo habían hecho nada mal y pusieron cada cosa por separado, lo que ahorraría muchos quebraderos de cabeza en el momento de empezar a levantar las caballerizas. Poco después llegó Nabi, cenaron, hablaron sobre el día a día de cada uno y se fueron a dormir.

Cuando por fin llegó el sábado el joven despertó a la bruja bastante temprano con un beso en la mejilla.
- ¡Buenos días preciosa! - le volvió a besar en la mejilla - Llevo rato en pie preparando algunas cosas. Tú tienes dos opciones, quedarte aquí un poco más o, levantarte ya y venir con nosotros para vernos empezar las caballerizas. Mis aprendices deben estar al caer.
Sonó un golpe en la puerta.
- ¡Deben ser ellos!
Se incorporó de la cama dirigiéndose hacia la ventana para mirar desde ella.
- ¡Sí, lo son! - volvió a la cama de nuevo - Baja cuando quieras que ahí estaremos, aunque lo mismo hacemos ruido.
Le dio un largo beso y le echó por encima la manta.

Bajó las escaleras y abrió la puerta delantera a los dos jóvenes aprendices, Sinforoso y Ambrosio.
- Así me gusta, puntuales. Vamos a la parte de atrás de la casa y empezamos.
En el jardín de la casa aunque aún no daba el sol al completo ya había suficiente luz para empezar a trabajar. El joven alcalde ya había estado haciendo una serie de marcas en en el suelo delimitando ciertas zonas de la futura caballeriza.
- ¿Veis esas marcas que he hecho? ¿Veis esas palas? Pues ale, podéis comenzar cuando queráis a hacer una zanja de al menos la mitad de vuestros cuerpos de profundidad a lo largo de dicha marca. - se rió
Ambos zagales se miraron con mala cara.
- Tranquilos, pararemos a descansar, además.. - tomó una pala también - ...yo también ayudaré y acabaremos en nada. Pero debemos hacer los cimientos al menos esta mañana.

Al rato llegó la bruja y se interesó por lo que hacían.
- Pues tenemos que acabar estos cimientos para el mediodía, pero una cosa... Sinforoso y Ambrosio deberían quedarse a comer. Pueden ¿no?.

Los días pasaron, y con ellos comenzaron las obras de las caballerizas. El primer día, por la mañana, su amado la despertó. Se frotó los ojos respondiendo con voz somnolienta.
- Buenos días.
- Llevo rato en pie preparando algunas cosas. Tú tienes dos opciones, quedarte aquí un poco más o, levantarte ya y venir con nosotros para vernos empezar las caballerizas. Mis aprendices deben estar al caer.

La joven recordó que había recibido un mensaje de la corona donde la citaban a ir a una ceremonia, así que negó con la cabeza.
- Debo atender unos asuntos en la corte, me ha venido bien que me despiertes ahora.
- Baja cuando quieras que ahí estaremos, aunque lo mismo hacemos ruido.

Respondió a su beso abrazándole y alargándolo un poco más. Cuando se quedó sola, comenzó a prepararse. Abrió la ventana y, con un hechizo, mandó a la cama que se hiciera sola. Seguido de esto, bajó las escaleras con la invitación en la mano.

Comió poco y apresuradamente. Se puso la capa y fue a ver cómo iban las obras. Los trabajadores mantenían las distancias, pero a Nabi no le importó: sabía que era parte del estigma que llevaba por ser quién era. Tampoco se lo dijo a su novio. Se acercó a él y preguntó qué tal iban las obras.
- Pues tenemos que acabar estos cimientos para el mediodía, pero una cosa... Sinforoso y Ambrosio deberían quedarse a comer. Pueden ¿no?.
- Claro, aunque me pones en un apuro. No sé cuándo volveré, me han citado para la corona.

Le enseñó la invitación.
- No te dije nada porque entre los asuntos a atender y las obras próximas se me olvidó, perdona. Pero seguro que no es nada importante, y de seguro habrá que ir a uno de esos bailes que tan poco te gustan. ¿Te importaría acercarme a Luna? No quiero ir a palacio manchada de barro.
Cuando LordKoal volvió, le dio un beso.
- ¡Gracias!- se acercó a su oído y susurró-. Ayer sobró comida, así que podéis comerla sin problema.
Se subió a lomos de la yegua.
- Nos vemos a la tarde cariño.
Espoleó a Luna y fueron al galope a palacio.

Una vez llegó y entró en el palacio, saludó a los presentes y esperó en diagonal al trono, esperando de pie junto a la ventana, mirando de vez en cuando por la misma para distraerse. Aunque, de vez en cuando, se movía de un lado para otro, lo que la ayudaba a irse despejando. Su mente divagaba en las tareas pendientes, y suspiró al recordarlas.

Al llegar la reina, dió comienzo la ceremonia. Llamaron al obispo de Osma y lo ennoblecieron, y debido a que el heraldo no usó el título "monseñor", el obispo le dio un golpe con el báculo en el pie.

Después de ese incidente, siguió la ceremonia. Pero lo que no se esperaba Nabi fue que la llamasen para ser la siguiente:

Khanigalbat escribió:

Aguantó estoicamente el dolor en su pié hasta derramar un lagrimón que le recorrió la mejilla, pero ni un sólo quejido salió de su garganta por no darle la satisfacción al Obispo. Cuando le hizo la señal esa de los bárbaros dió un manotazo delante suya como quien espanta una mosca y cuando lo vió alejarse apretó los dientes, furioso.

-Lo rápido que se le ha subido el título a la cabeza - siseó -Maldito concordato - farfulló luego.

Levantó el pié para aliviar el dolor mientras anunciaba en voz alta y clara:

-Nabi Afonte Mayfair - llamó - En nombre de Su Majestad Froda de Olivares Santisteban, Reina de Castilla y León. Yo, Hernando de Osuna, Maestro de Armas de la Corona, os llamo para preguntaros si queréis formar parte de los fieles y Grandes de la Corona de Castilla y León

Buscó con la mirada a la dama y la invitó con un gesto a acercarse hasta el trono.

La bruja se sobresaltó al escuchar su nombre. Se levantó, hizo una inclinación de cabeza al heraldo y se inclinó ante la reina.
- Acepto el gran honor que se me concede, majestad.

Khanigalbat escribió:

El heraldo sonrió antes de proseguir.

- Os tomaré juramento entonces.

Miró a la Reina y luego a la muchacha que se había puesto delante de ellos.

- Nabi Afonte Mayfair, ¿juras por tu honor servir a Su Majestad la Reina, a la Corona de Castilla y León con valor y lealtad, que te comportarás con humildad, justicia y generosidad y los defenderás siempre de todos sus enemigos?

La soriana se arrodilló.
- Yo, Nabi Afonte Mayfair, juro por mi honor servir a Su Majestad la Reina, a la Corona de Castilla y León con valor y lealtad, que me comportaré con la humildad acostumbrada, justicia y generosidad y les defenderé siempre de todos sus enemigos.

Repasó mentalmente lo que acababa de decir y pensó que no le costaría mucho, puesto que siempre lo había hecho sin esperar un título.

Froda escribió:

Su niña, su ahijada, allí estaba ante ella jurando una lealtad que había demostrado a lo largo de lo que llevaba de vida. Se emocionó hasta las lágrimas, puso su mano sobre la boca como si con ello controlara el impulso de llorar, respiró hondo y contuvo el aire. Se apoyó en los lados del trono y se puso de pie, caminó dos pasos y trató de poner voz grave y protocolar, Que sea conocido por todos que Nos, Froda de Olivares Santisteban, Reina de Castilla, de León, de Toledo, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén y de Algeciras, Princesa de Asturias y Señora de Golmayo y de Molina, os damos y os concedemos a Vos, Nabi Afonte Mayfair, el Señorío de Caracena, por Nos y por nuestros sucesores y lo tendréis con servicio y fidelidad a la Corona. Y como no podía hacer diferencias, se acercó a Nabi y le dio dos golpecitos de abanico en los hombros.

Estaba entre la sonrisa y el llanto, suspiró, se compuso como pudo y terminó el recitado formal Os damos y os concedemos este Señorío con todos sus términos y pertenencias. Es el Altísimo  Testigo que lo habéis ganado por vuestro constante servicio al Reino de Castilla y a vuestro pueblo, habiendo puesto vuestra vida y compromiso al servicio de Soria y del Reino a lo largo de vuestra existencia. Por ello os damos y concedemos el señorío en feudo, por lo que nos daréis servicio y nos tendréis fidelidad perpetua tanto a Nos como a Nuestros sucesores. También os otorgamos que podáis socorrer y defender vuestro Señorío contra todos los hombres, no pudiéndolo hacer contra Nos, contra los Nuestros ni contra los Monarcas venideros.  Si no cumplierais el juramento que Nos habéis hecho, llegada a este punto no pudo contenerse y algo tentada terminó, os daremos tantos abanicazos que desearéis no haber nacido y os perseguiremos desde la tumba. Tomó a Nabi por los hombros para que se pusiera de pie y la abrazó.

Sentía todo aquello irreal, pero al escuchar el tono de la voz de su madrina supo que no lo estaba soñando.

Casi se le escapó la risa al escuchar la última frase de la reina, pero supo amagarla a tiempo y se le quedó una sonrisa en la cara. Al levantarse recibió un abrazo al que respondió.
- Reservadme uno de estos días, vais a ser mi invitada- susurró.

Cuando se separaron, la joven esperó a que la ceremonia continuase.

Khanigalbat escribió:

- No os retiréis todavía, mi señora - dijo el Heraldo - Os falta algo - sonrió y se giró para sacar de un cofrecillo una corona y unos pergaminos - Doña Nabi Afonte Mayfair, Señora de Caracena, aquí tenéis vuestro blasón y el certificado de armas que en adelante os acreditará en vuestra nueva dignidad. ¡Enhorabuena!

Sonrió de nuevo y se dispuso a llamar al siguiente invitado.

- Don Miquel Calabuig y Kinderland, Conde de Saldaña y Señor de Amusco, acercáos hasta el trono...

Tomó su título y blasón, hizo otra reverencia a la reina y se retiró, dejando paso al siguiente. "Cuando se lo diga a Koal no se lo va a creer", pensó.

A la vuelta, la bruja estaba estupefacta, todavía sin creer lo que había sucedido en palacio. Como la yegua relinchó, su novio paró de trabajar y fue hacia ella. No encontraba las palabras para decirle lo ocurrido, así que le enseñó el certificado y el blasón.