[RP] Casa Luna de Plata

Aclaración:

Días después ya tenía todo en orden. Garcerán se había ido a dios sabe dónde a dormir. Había acomodado su rutina con sus obligaciones como alcaldesa y cartógrafa.

Al salir a iniciar su nuevo día, ve posado en una cesta a la entrada de su casa a un extraño ser.
- ¿Y tú que haces aquí?
Ve en la cesta una nota que recoge y abre:

Jimena escribió:

Hola cielo, he visto esta criatura en un mercado y me acordé de ti al verlo.
¡Espero que te guste!
Besitos, Jimena

Cogió al gato alado y lo miró durante un rato. Luego sonrió y lo achuchó.
- ¡Eres adorableee!

Se lo llevó en brazos hasta el ayuntamiento, acariciándole y escuchando como ronroneaba. Pasó por el mercado y compró una bolsa para llevarlo a cuestas. Lo metió allí para alejarlo de la vista de los curiosos.

Al llegar al ayunta, dejó la bolsa sobre la mesa y sacó al minino. Ese día no tenía nada que hacer, así que se quedó colocando todo. Después se sentó, ante la atenta mirada de su nueva mascota.
- Hmm, veamos. ¿Cómo se supone que he de llamarte?- le preguntaba sabiendo que no obtendría respuesta.

Cogió una pluma y la empezó a pasar por delante de él, provocándolo para jugar. Se quedó pensativa mientras el gato movía las patas tratando de cazar la pluma, manteniéndose con las traseras.
- ¡Ya está! ¡Te llamarás Asmodeus! ¿Qué te parece?
Le dio con la pluma en la nariz, provocando que Asmodeus perdiera el equilibrio...

--Asmodeus. escribió:

El pequeño gatito estaba entretenido jugando. Aaayyy yo quiero esa cosa que se mueve, pensaba para sí. La pluma comenzaba a alzarse, por lo que se puso sobre sus patas traseras y se estiró, tratando de alcanzarla. Perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, pero aleteó sus alas con fuerza y no se dio contra el suelo. Volvió a posarse sobre la mesa, mirando a la mujer que le había llevado hasta allí y jugaba con él.
- ¿Quieres comer algo?

Se la quedó mirando. Podía entenderla, pero sabía que ella a él no. Miau, miau (Sí, tengo hambre, no me dieron nada por días). Le puso un plato con leche, que recibió con gusto. Esperaba poder quedarse con ella, le trataba muy bien, no como la vieja donde vivía su madre, o aquellos humanos que gritaban tanto y le tenían enjaulado.

Vio una pelota rodar y no lo dudó, fue detrás de ella a jugar, mientras la humana miraba algo del escritorio.

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Cerró un poco antes la oficina, metió a Asmodeus en el bolso y fue a ver a Jimena. Le agradeció el regalo y estuvo charlando con ella un rato de las cosas cotidianas. Después, se fue a casa y se preparó un baño relajante. Asmodeus la seguía a todas partes y se sentó encima de las toallas.
- Bienvenido a tu casa, pequeñajo- le sonrió, y acto seguido le salpicó con el agua que tenía en la mano.

El pequeño maulló en son de protesta y se limpió. Al cabo de un rato, salió de la tina y se secó. Se puso el camisón y se hizo la cena. Apartó un poco para su nuevo compañero y cenó en silencio. Luego cogió uno de sus libros de su biblioteca, se metió en la cama y se puso a leer hasta que le entró el sueño.

Pasaron algunos días, y Nabi se percató de que el gato entendía todo lo que le decía, así que estuvo mirando todos sus manuales de brujería para hacer que hablase. Tras horas de búsqueda infructuosa, por fin dio con el conjuro correcto.

Puso a Asmodeus encima de una mesita y, mirando el libro, comenzó a recitar las palabras. Se trabó en una que era un poco difícil, lo que hizo que se oyese una explosión y estuviese todo lleno de humo. La joven sale a la calle tosiendo, con la cara negra de hollín y el pelo enmarañado, soltando toda clase de maldiciones.

Algunos curiosos se acercan a ver que le ha ocurrido a la alcaldesa, poniéndola aún más furiosa.
- ¡Ya márchense todos a hacer sus cosas! ¿Quiéren que los haga explotar también?
Ante esa amenaza todos se fueron. Notó un ligero peso en el hombro. Tal vez sólo querían ayudarte, Nabi.
Se giró sorprendida y vio a su gato.
- No me digas que lo he conseguido
- Sí, y gracias. Ahora será más fácil decir las cosas.
- De nada enano. Estoy por hacerte otro conjuro para que te quedes así de pequeño
- Otro día, no quiero morir aún. Nabi, ¿qué vas a hacer con tu casa?, está destrozada.
- Luego la repararé con magia. No me apetece dejarme el dinero en contratos a artesanos. ¿Volvemos al ayuntamiento?

Al ver el asentimiento de cabeza de su nuevo amigo, puso una maldición a la casa antes de emprender el camino hacia su lugar de trabajo.

Cuando regresó al anochecer, estaba exhausta después de pelear con algún miembro del consejo, aunque suerte que ya le quedaban escasos días para terminar su legislatura. Al ver su casa, se le cayó el alma a los pies: no recordaba el destrozo que había organizado esa tarde. Se encogió de hombros y entró a su casa.
- Nabi, ¿no vas a arreglar tu casa?
- Claro que sí pequeñajo, pero déjame cenar algo al menos. Voy a hacer una reforma total de la casa, por lo que necesito fuerzas. Vamos a comer algo de carne buena para celebrarlo por adelantado. ¿Te parece?

La joven escuchó el "sí" entusiasta del minino mientras entraba. Cocinó lo prometido y cenaron tranquilamente. Asmodeus le estuvo contando a la bruja cómo fue su vida antes de caer a sus manos. Después de cenar, fueron al salón y comenzaron a hacer un boceto de la casa.
- Yo quiero tener una torre para guardar mis cosas de brujería. Para la casa, creo que con cuatro habitaciones es suficiente. Eso sí, esta vez haré dos baños, uno para cada piso. La casa haremos un poco más pequeña para que entre la torre.
- ¿Tendrá ático?
-Claro. Ahí guardaré las cosas de mi infancia, como hago ahora.
"Y también las que no quiero recordar".

Al levantar la vista, vio que ya era noche cerrada. Ultimó los detalles de la casa, y después se levantó a por su libro de hechizos y buscó un par de conjuros apropiados.
Salió a la calle con el libro y un atril. Afianzó el atril en el suelo y puso el libro en él. Lo deja abierto por la página que necesita y coloca el boceto de la casa debajo del libro.
- Lo primero, Asmo, vamos a sacar las cosas.
Comenzó a recitar el conjuro y, cuando acaba, busca el siguiente conjuro para cambiar su hogar. Se quedó pensativa unos instantes, recordando las cosas que le habían sucedido en él. Sintió un peso en el hombro y la pata de su nuevo amigo en su pelo.
- Nabi, ¿estás bien?
- Sí, sí. Sólo me quedé pensativa.
Puso el boceto al lado de la página del conjuro y comenzó a recitar las palabras que leía. Asmodeus estaba quieto, atento a lo que le iba sucediendo a la casa.

Al terminar, Nabi sonrió mientras el gato enmudeció.
- ¿Y bien?
- Es... increíble.
- En ese caso, mandemos las cosas a su sitio.
Recitó otro conjuro para ir colocando los muebles en su lugar. Los libros, pociones y calderos las dejó en el hall, pensando en ordenarlo al día siguiente. Subió a su habitación seguida de su fiel compañero. Se cambió y se puso un camisón, se metió en la cama y se tumbó, cerrando los ojos y se relajó, esperando que el sueño la venciera.

Tras haberse acostumbrado a su "nueva" casa y dejado la alcaldía, la joven fue a dar un paseo por Soria para enseñársela a Asmodeus. También le mostró los lugares que más le gustaba. Se sentaron en su lugar favorito, sobre la rama de un árbol debido a la nieve. Se agarró la capa por la zona del cuello para mantener el calor.
- Bonito lugar, señorita alcaldesa.
- Gracias gato raro :PAunque me toca corregirte: ya no soy alcaldesa, sólo una ciudadana corriente.
- No tienes nada de corriente, que eres...-
Dejó la frase a medias al desviar su mirada y se puso a acechar a la paloma que iba en su dirección.

- Asmo, ni se te ocurra, que es una mensajera.
Se acercó en su dirección y Nabi extendió los brazos para cogerla. La acarició un poco y le quitó el mensaje que llevaba. Antes de desenrollarla, le dio a la paloma unos granos de maíz que solía guardar, ya por costumbre de recibir tantas cartas diarias. Sonrió embobada al ver que la nota era de Miguel.

Llevaban una relación en secreto por cuestiones de decoro, ya que hacía poco que había dejado a Garcerán y no quería dar la impresión de que había roto la relación para estar con el Santisteban. Nada más lejos de la verdad: a la bruja le gustaba desde hacía tiempo, pero por motivos de vergüenza, de haber vuelto a salir con su ex y de tener a Miguel sólo como amigo, nunca dijo nada y se conformó con lo que la vida le daba.

Releyó la nota varias veces y después se la guardó. Prefirió responderle en persona, así tendría una excusa para verle.
- Nabi, ¿tienes un enamorado?- la joven soltó una risotada.
- ¿Tanto se me nota?
- Es que esa misma cara la he visto a las chicas que están con chicos.
Se mordió el labio para no reírse de la forma que tenía Asmodeus de explicarse. Cuando la paloma terminó de comer la mandó que volase hacia su hogar y se bajó del árbol de un salto.

Se puso en camino a la casa de su novio. Estuvo llamando varias veces y se sobresaltó al oírle detrás de ella. Estuvieron conversando sobre hacer su relación pública, y estuvieron de acuerdo en decirlo ese mismo día.
- Miguel, tengo que irme a hacer cosas en mi casa. Luego nos vemos, ¿vale?

Le dio un beso y se fue a su casa, encontrándola con algunos cristales rotos y pinturas diciendo que se fuera...

Mephistoteles escribió:

Se había enterado que la bruja estaba de nuevo soltera, así que decidió volver a verla. Tenía esperanzas de que esta vez podría tentarla a que se fuera con él a lo más profundo del averno. Había pasado cerca de una iglesia aristotélica y se rió al escuchar cómo lo llamaban "la criatura sin nombre". Lo que esos necios no sabían era que sí tenía nombre, sólo que ni ellos se habían molestado en aprenderlo, ni él en decírselo.

Se encontró con la casa de la ex alcaldesa totalmente reformada, así que decidió bautizarla a su manera. Antes que nada, se fijó que en la taberna no hubiera nadie y que no hubiera testigos. Le tiró piedras a los cristales del piso de abajo, y le pintó las paredes escribiendo, "BRUJA, FUERA DE AQUÍ" y "VETE A LA HOGUERA". Se transformó en gato y esperó oculto a que Nabi regresara.

No tardó mucho en aparecer, y su cara fue de asombro. Observó como entraba rápida y volvía a salir con un cubo y jabón y un cuenco. Nabi se agachó y comenzó a recoger los cristales, y aprovechó ese momento para salir y ponerse a su lado, sentándose en las escaleras de la entrada.
- Podría darte el poder para destruir la villa entera por esta afrenta.
- ¿Qué haces aquí, demonio?- dijo sin apenas inmutarse.
El animal le sonrió.
- Hola bruja. ¿Sabes que si fueras mía, esto no te pasaría?
La vio apretar los dientes.
- ¿Qué quieres?
- Vengo a recordarte mi propuesta. Si me das tu alma, te haré la reina del mundo.

Ella soltó una carcajada.
- Ya sabes mi respuesta. Siempre será no, por mucho que lo pidas, nunca seré tuya, a menos que me muera y me toque ir a vivir a tu... mundo.
- No tienes nada que te ate, Nabi. Dejaste al ladronzuelo, y ahora estás sola. Yo te ofrezco una vida de lujo y compañía.
- Te equivocas Mephistóteles. Puede que ya no esté con Garce, pero tengo alguien a quien quiero, y soy correspondida. Lo elijo a él antes que a ti, y antes que estar contigo prefiero estar sola. Márchate, sabes que aquí no eres bien recibido.

Bajó las escaleras de su casa como gato de nuevo, y tuvo que esquivar algo que se lanzó a por él. Vio a otro extraño gato que estaba en posición de ataque y le bufaba.
- ¿Oh, quién es él?
- ¡Aléjate de Nabi!
- Asmodeus, ignórale. No le ataques, que tiene más poder que ambos juntos.
- ¿Asmodeus? Se parece al nombre de uno de mis subordinados, pero no le llega ni a la suela de los talones.
- Si vas a insultar a mis amigos, mejor te vas y no vuelves- decía con un tono enfadado.

Ante la mirada de la joven, el gato siguió bajando las escaleras y, al tocar el suelo, volvió a ser un encapuchado y se inclinó levemente.
- Mis disculpas señorita. No quería ofenderla. Que sepa que mi proposición siempre estará en pie.
Se incorporó, se dio la vuelta y se marchó.

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Tras varios días de descanso, al dejar ya la alcaldía en otras manos y la casa perfectamente limpia y colocada, Nabi decide irse con Asmodeus, Miguel y Max a Valladolid. Tuvieron un viaje tranquilo, al igual que la estancia en la ciudad pucelana.

Cierto día, hizo tanto frío que ambos decidieron quedarse en la casa que alquilaron. Mientras Miguel dormía de nuevo en sus brazos, Nabi acariciaba su pelo distraída, pensando en los últimos acontecimientos. Sabía que él la aceptaba como era, pero no quería que sufriera por su culpa. Así que decidió llevar su vida de bruja en secreto. A partir de ahora, las pociones y hechizos las haría de noche en la torre. Existirían dos Nabi: la ciudadana respetable que todos querían, y la bruja más mala que habría pisado la Tierra. Suspiró, sonriendo al autoaprobarse esa idea.

Cuando volvieron a su hogar, se dispuso a llevar a cabo su plan. Estaba deseando ver los resultados de lo que parecía una idea brillante. Esperaba que Miguel estuviera contento con el cambio que había dado. Al único que le confiaría su secreto sería a su fiel amigo Asmodeus.

[rp]Al entrar en su casa, Nabi se quedó apoyada en la puerta y abrió la carta con cuidado. La leyó atentamente, sonriendo ante las buenas noticias.
- ¡Asmo, pronto tendremos visita! Viene mi tío, al que hace mucho tiempo que no veo.
- ¡Qué bien, Nabi! ¿Y cómo cuánto tiempo hace que no lo ves?
- Hmm... buena pregunta. Yo era una niña, y lo poco que recuerdo es que era un hombre alto y algo tacaño, nunca me dio la paga a pesar de que se la pedía
- ¿Qué es eso de la paga?- preguntó mientras ambos iban al piso superior.
- Cosas de humanos, pequeñajo.

El gato la seguía mirándola desconcertando. Voló hasta la cama y se sentó sobre ella.
- Nabi, ¿qué es un tío?
La bruja se echó a reír.
- Seguro que tienes hermanos -el gato asintió-. Imagina que uno de ellos tiene hijos. Tú serías su tío.
- ¡¡Ahh, ya lo entiendo
De repente, se le escapó un bostezo y Nabi volvió a reírse.
- Durmamos. Estos días voy a estar preparando todo para cuando llegue mi tío. Buenas noches Asmo.
- Buenas noches Nabi.

Varios días después, la joven fue a las murallas de la zona por la tarde y se quedó esperando, hasta que divisó una silueta conocida para ella. Fue rápidamente hacia el hombre que se acercaba y lo abrazó. Estaba tal y como lo recordaba.

Jasaca escribió:

Jasaca despues de un largo viaje, que se hizo mas pesado porque la mayor parte la hizo enfermo, llego a soria para visitar a su sobrinita Nabi, que hacia mucho tiempo que no veia.
Al llegar junto a las murallas se le acerco corriendo una preciosa joven que lo abrazo.
No podia creer que su sobrinita, a la que recordaba muy pequeña se hubiera hecho toda una mujer y con tal gran belleza.

- Hola sobrinita, me alegro de haber llegado ya y volver a verte

- Tio, vamos a mi casa y alli hablaremos y nos pondremos al dia

Jasaca siguio a su sobrina hacia su casa, que estaba justo en el centro de  la ciudad de Soria.
Pasaron por delante de un gran edificio de aspecto militar, Jasaca pudo ver al pasar que se trataba del edificio del cuartel militar, siguieron andando pasando por la preciosa catedral de San Pedro y poco despues por la comisaria de policia.

veo que teneis una ciudad muy bonita

Al final llegaron a la casa y entraron.

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- Veo que teneis una ciudad muy bonita
- Y no es menor la belleza de corazón de sus gentes. Si supieras todo lo que hacen los sorianos por su pueblo, te sorprenderías.

Abrió la puerta y pasaron ambos.
- Tío, te preparé una habitación aquí abajo, de paso tienes el baño listo. Ven que te enseño donde está cada cosa.
Fueron primero a la habitación a que dejara las cosas, y le hizo un tour por la casa. Después lo dejó a que se relajara en la tina y de mientras terminó de preparar la cena y puso algo de picar.

Cuando Jasaca estuvo presentable, la joven le sirvió vino y algo de queso.
- Cuéntame tito. ¿Cómo están las cosas por Tortosa?

Jasaca escribió:

- Querida sobrina, por Tortosa las cosas estan muy tranquilas, por lo menos hasta que emprendi el viaje, aunque como sabes que estuve bastante tiempo en el monasterio, al salir de el pocos eran los amigos que quedaban, pero no hay ningun problema en eso.

Mientras hablaban llamaron a la puerta, era un mensajero que venia a traer un mensaje de la alcaldesa, para todos los ciudadanos de Soria y en especial para los extranjeros.
Jasaca leyo atentamente el mensaje.

Citación :

Pueblo de Soria:

Los que extrañaban, aquí estoy y los que no, pues ya verán...

URGENCIA: El Capitán de Castilla ha comunicado el Decreto de cierre de fronteras del Reino, así que los visitantes extranjeros deberán abandonar suelo castellano de inmediato. Por favor, avisen a todo el que vean en las tabernas, no sea cosa que tengamos un disgusto.

Despues de leer el mensaje recapacito un momento y continuo hablando con su sobrina.
Queria creerte cuando me has dicho el buen corazon que tiene la gente de Soria, pero despues de ver este mensaje no se que creer, ya que nos tratan a todos los extranjeros como si fueramos criminales

Despues empezo a preparar las maletas para salir de viaje.

Bueno sobrina, espero que nos veamos pronto, aunque no se si algun dia volvere a pisar Soria, es la primera vez que me expulsan de una ciudad.

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Un par de semanas después, Nabi ve las cosas revueltas y un comunicado en el que echan a los extranjeros. Suspira, dejándose caer en la silla.
- Tío, no eres tú, en serio. Hay un poco de histeria en cuanto se intenta atacar al Reino. Los castellanos protegen su tierra con su vida, es de lo más valioso que tenem...

Otro mensajero llega a su casa. Es un comunicado oficial, donde se la llama a filas. Se lo pasa a Jasaca mientras habla:
- Y como castellana que soy, iré a defender esta tierra. Tío, no te lo tomes a pecho esta actitud. Sé que no eres un vándalo, pero ahora han empezado a correr malos tiempos.

Le da algo de comida y lo acompaña hasta la frontera de la ciudad.
- Bueno sobrina, espero que nos veamos pronto, aunque no se si algun dia volvere a pisar Soria, es la primera vez que me expulsan de una ciudad.
- Espero que vuelvas pronto, y que sepas que esto no es la norma general, pero están pasando cosas extrañas. Te quiero, cuídate.

Lo abraza y se queda mirando cómo se aleja. Se vuelve a casa a paso ligero y se cambia rápidamente, coge sus armas y va al cuartel a la espera de instrucciones.

Allí se encontró a Lordkoal, con el que estuvo charlando hasta bien entrada la noche, cuando llegaron las instrucciones de ir a un barco. Hicieron los últimos preparativos para marchar y, justo antes de embarcar, la bruja escribió una rápida nota a Miguel, dejando que una paloma del cuartel la llevase a su destino.

Sacó a Asmodeus de su bolsa.
- Asmo, necesito que te quedes vigilando la casa. No tardaré más que unos días.
- Ten cuidado, Nabi.
- Descuida, lo tendré. Bruja mala nunca muere* :  

Spoiler:

Tras pasar una temporada en Burgos, la joven bruja regresó a su hogar. Los viajes en barco, las noches en vela patrullando, la tensión de no saber cuándo los enemigos atacarían y el catre en el que había dormido en la ciudad habían hecho que llegase agotada. Fue arrastrando los pies hasta el baño, donde agarró el borde de la tina y pronunció el hechizo correspondiente para tener agua caliente. Se desnudó y dejó que el agua relajara sus músculos, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.
La tranquilidad no le duró mucho, ya que sintió un par de patas posándose en su frente.
- Nabi, ¿qué pasó que te fuiste tan lejos?
- Es que hubo un intento de guerra, y al final sólo se quedó en eso.
- ¡Oh, quiero saber más!
- Más tarde te cuento Asmo, estoy rendida y necesito descansar.

Al cabo de un rato salió de la tina, se secó y se puso un camisón, dejándolo todo patas arriba. “Ya lo recogeré después”, pensó. Mientras subía las escaleras recordó algo, así que se giró para hablar con el gato.
- Asmo, ¿podrías decirle a Miguel que ya llegué y que lo veo luego?
- Claro. Buenas noches.
- Hasta después.

Terminó de subir las escaleras y, cuando llegó a su habitación, se dejó caer sobre la cama. No tardó mucho en quedarse dormida.

Después de varios días de arduo trabajo, Nabi se va a la taberna a relajarse y a hablar con sus vecinos. Conversando animadamente con su madrina, esta le había propuesto que sea la siguiente alcaldesa. La idea le había rondado por la cabeza, pero no quería asegurar nada debido a que Miguel y ella habían planeado un viaje, aunque los últimos acontecimientos les había impedido llevarlo a cabo.

Recibió una paloma con un mensaje. Miguel iba a hacer un retiro espiritual de duración indeterminada, y la bruja resopló. "Estoy segura de que estoy maldita".
- Madri, cuenta conmigo para sustituirte, pero tendrás que ponerme al día de las cuentas del ayunta.

Asmodeus estaba tumbado en la mesa, y lo acariciaba distraídamente. Al rato se dio cuenta de que estaba sola, por lo que pudo hablar tranquilamente con su amigo.

--Asmodeus. escribió:

El gato alado vio como su ama dejaba unas monedas en la taberna y se retiraba a su hogar. Él tomó su sitio en la bolsa
- Nabi, esa bolsa empieza a quedarse pequeña para meterme ahí. ¿No podrías comprar otra más grande?
- Me parece que no, enano. Ya es hora de que no crezcas más, que sino va a resultar difícil esconderte y llevarte a cuestas. No pongas esa cara, que has visto que he mejorado mucho con los hechizos.

Sabía que era cierto, pero no podía olvidar cuando hizo que hablara. Pero habían pasado algunos meses desde entonces. Y con tanto tiempo libre, además de la guerra, no la había visto fallar ni una vez desde entonces.
- Está bien. Pero ten cuidado, ¿vale?
- Por supuesto.

Fue rápida al prepararlo todo. Asmodeus se puso sobre la mesa y esperó sentado. Observó a Nabi pronunciar el hechizo sin titubear, y pensó en cómo había cambiado en tan poco tiempo. Se la veía más decidida, pero también cansada. Como si se hubiera resignado a lo que tenía.

Cuando hubo terminado, no sintió nada fuera de lo corriente. Aún era pleno día, y cuando se giró para hablar con la joven, se encontró con que se había ido a la cocina. Fue volando detrás de ella y se posó en su hombro.
- ¿Nos vamos a dar un paseo?
- No tengo muchas ganas, la verdad.
- No seas como esas viejas amargadas. Creo haber oído que viene gente de fuera, y me gustaría ver lo que se cuece por la ciudad. Será más divertido que mirar a la nada el resto del día.

Se quedó mirando cómo fruncía el ceño, sopesando la decisión. Al momento relajó su expresión.
- Tienes razón. Vámonos de aquí.
Se puso su capa. Aunque la primavera había aparecido, en Castilla seguía haciendo frío. Fueron por el mercado y después al puerto, donde vieron navíos desconocidos.
- Asmo, ¿cómo te enteras de estas cosas?
- Gracias a ti, aunque tú no prestas demasiada atención a lo que pasa a tu alrededor.

Pensó que se enfadaría, pero tuvo el efecto contrario y se echó a reír.

_________________

A pocos días de ser elegida alcaldesa, Miguel regresa, por lo que hablaron de marcharse en cuanto dejara la alcaldía.

Puso las cosas en orden y, como todo estaba al día, la legislatura se le hacía aburrida, por lo que se pasaba más tiempo haciendo cualquier cosa que trabajando.
Habían llegado gente de otros lugares, así que les dio la bienvenida como mejor supo.

Varios días y ninguna novedad más, procuraba matar el tiempo lo mejor que podía y sabía. Fue de nuevo a la taberna, se sentó en un lugar cerca de la ventana, apoyó los brazos sobre la mesa y la cabeza sobre ellos.
- Puff que aburrimiento. ¿Asmo, qué maldad hacemos hoy?

Justo cuando el gato iba a responderle, alguien entró. Aunque la miró extraña, no dijo nada, cogió su comida y se fue.

Un mes mas tarde, cuando ya estaba libre de toda responsabilidad, Nabi decidió pasarse por la taberna más tiempo.
- ¡¡AAAHH! En este pueblo no pasa nada interesante.
- Te vendría bien un viaje, bruja- le dijo el gato.
- Mmm... ¿sabes? Eso es lo que voy a hacer. Prepararé todas mis cosas hoy mismo, y me marcharé en unos días. Eso sí, esta vez, me llevo a Miguel.

Vio al gato con cara contrariado.
- ¿Y qué pasa conmigo?
- No me olvido de ti, pero alguien tiene que ser el gran guardián de la casa.
Asmodeus sacó pecho, y la bruja sonrió. "¡Qué facil es contentarlo!"

Después de dejarlo ya todo listo, hizo una última revisión antes de dormir y, a la mañana siguiente, mandó una carta a su novio avisándole del viaje y subió al barco para ir metiendo las cosas.

Tras muchos inconvenientes y días fuera, la bruja por fin llega a su hogar. "Se suponía que era un viaje para estar los dos más unidos, y apenas nos hemos visto", se lamentaba la joven al reflexionar la relación con su novio. Estaba furiosa porque no se habían visto, y estaba también cansada de tener que esperar siempre.
Comenzó a pensar sobre su vida y vio que no tenía ningún sentido, estaba harta y dolida, por lo que decidió no sólo aparentar su fachada de mala, sino llevarla a cabo. Por mucho que se esforzara en hacer las cosas para bien, sus orígenes estaban ahí, y no pasaba día sin que se los recordaran.

Como su tía estaba muerta, y su madre ya no practicaba la magia, había cogido todos los libros de la familia y los había traído a su casa desde Tortosa, a pesar del peligro de los asaltantes de caminos. Los libros de magia negra los había guardado bajo llave en un arcón que estaba en la biblioteca de la torre. Era hora de que estuvieran en un lugar más apropiado: las estanterías.

Pero antes, fue a su casa a acondicionarla y a relajarse. Allí Asmodeus se echó sobre ella.
- ¡Nabiiiii! Te eché de menos.
- Y yo a ti, pequeñajo. Necesito un baño, ¿quieres bañarte conmigo?
- ¡Puag, agua no! Pero sí te acompañaré.

Mientras el agua relajaba sus músculos, le fue relatando todo, a lo que el gato puso las patas delanteras sobre su cabeza.
- ¡No lo hagas! ¿Magia negra? Nabi, ¿estás loca?
- Estoy cansada de todo. Son años de lucha sin sentido, y siempre se me juzga por ser bruja, dando igual lo que haga por ellos- señaló a la ventana, dando a entender al pueblo en sí.

Al rato salió del baño y se puso a cocinar la cena.
- Bruja, piénsalo bien. Sé cómo es esto, y no podrás volver atrás.
- Sé las consecuencias, y las asumo.
- Eso lo dices porque estás triste.
- No, gato. Estoy bien segura, ya hace mucho que lo llevo pensando y es lo mejor. Además, estoy harta de aparentar lo que no soy. Si estás disgustado, no voy a retenerte aquí.

Le miró directamente, viéndole asombrado.
- ¿Crees que yo te abandonaría? Eres la única que ha querido estar conmigo sin llamarme monstruo.
- Ya me vas entendiendo. Me dolería que te fueses, pero es tu decisión.
- Ni lo sueñes. Yo me quedo contigo, me vas a necesitar.

La joven se encogió de hombros, terminó de hacer la cena y la sirvió para ambos. Después se fue a su habitación, se puso el camisón y se fue a dormir.

Días después, y tras haber leído hasta altas horas los libros de la familia, se decidió a probar sus nuevos conocimientos. Debido a no haber dormido mucho, estaba más irritable que de costumbre.

Le sonó el estómago. Hacía días que no salía de su casa y se le había acabado la comida, así que salió a buscar más. Fue seguida por Asmodeus, con quien fue charlando de cosas triviales hasta llegar al mercado, donde el gato enmudeció y Nabi compró lo necesario.

Regresó rápida a su casa por un atajo, donde saludó a unos vecinos nuevos. Uno de ellos se atrevió a llamarla "bruja" de manera insultante. A la vista de todos no podía hacer nada, así que apretó los labios y aceleró el paso. Al llegar a su casa, dejó las cosas y se cocinó algo. Después dejó todo recogido y fue a airearse. No había hablado nada desde el insulto, y Asmodeus la había dejado tranquila, pero seguía a su lado.

Al poco rato, se encontró con el mismo vecino y sonrió para sus adentros.
- Me han dejado un recado en mi casa para ti. Si pudieras pasarte ahora para llevártelo, me harías un favor.
El chico, sorprendido por la amabilidad de la bruja, la siguió hasta la torre. En cuanto entraron, ella le indicó que estaba abajo. Cerró la puerta con magia y le siguió a las mazmorras, dejando aflorar su sonrisa malvada. Al darse la vuelta el chico, la bruja fue rápida y lo encadenó a la pared.

- Pobre idiota. ¿No sabes qué no hay que fiarse nunca de una bruja?
El joven empezó a chillar, y Nabi le dio un bofetón.
- Compórtate. Nadie va a venir, y nadie te oirá.

Comenzó a hacerle algunos cortes que no fuesen mortales y a recoger su sangre. Mientras caía, fue reuniendo algunos ingredientes y echándolos en el caldero. Encendió el fuego con magia e hizo que se le cerraran las heridas del preso. Vio que la poción necesitaría una semana para hacerse, así que dejó todo preparado como venía en el libro, amordazó a su prisionero y se fue a tumbarse un rato a su casa.

No regresó a la torre hasta el día siguiente. El prisionero estaba sediento, por lo que ella aprovechó esa debilidad. Le acercó una copa de vino, le cogió del pelo y le echó la cabeza hacia atrás.
- Shh tranquilo, que sólo es vino. ¿No tienes sed?

El pobre hombre sólo podía emitir leves quejidos, vio cómo agradecía con la mirada la bebida. Se aseguró de que lo hubiese bebido todo antes de hablar.
- ¿No te dije ayer que no debías fiarte de una bruja? El vino contenía una sustancia para que no chilles. Así será más sencillo terminar la poción.

Rápidamente cogió un cuchillo y le hizo una herida en el pecho. Recogió la sangre en un vaso. Cuando lo llenó, lo dejó a un lado.
- Gracias por ella, la necesitaré para un futuro. Ahora quiero otra cosa de ti.
Sonrió malvada al decirlo y, sin darle tiempo a asimilar lo dicho, metió la mano por el tajo que le había hecho y la sacó, sosteniendo su corazón.
- Lo siento, pero yo lo necesito más que tú. Te dejo tiempo para que hagas tu último rezo- le dijo mientras lo veía morir.

Se concentró en el caldero, metiendo el corazón en él y remueve su contenido. Esta noche estará listo, murmuró para sí, sonriendo con aprobación.

Dejó todo listo, echó un par de leños al fuego para que no se enfriara el contenido del caldero, y se fue a su casa a terminar sus quehaceres.

Tras haber terminado la poción y habérsela bebido cuando correspondía, la bruja enterró el cadáver en un lugar apartado a las afueras del pueblo, en mitad de la noche.

No sintió remordimientos por lo que había hecho, sino ira. Cualquiera que le volviera a molestar le daría otro castigo, puede que hasta mortal.

Pasaron los días, y la joven se decidió a volver a presentarse a alcaldesa. Mientras, los familiares de su víctima lo buscaban, lo que irritó su ánimo. Decidió inventarse algo y fue a la persona más cercana.
- Me enteré que se fue con una chica desconocida, por la pinta, debía ser pirata.
- ¡Mientes! Él nunca haría algo así.
- Si no quieres creerme, allá tú, pero le vi marcharse con ella. Ya deberías saber cómo es el amor, no atiende a razones.
Se marchó de allí dejándole con la palabra en la boca.

Al finalizar las elecciones, salió elegida como alcaldesa, pero como apenas había trabajo, se aburría mucho. Se inventaba algunos juegos con Asmodeus para matar el tiempo, aunque lo que realmente deseaba era seguir aprendiendo magia.

Llevaba una alcaldía tranquila, demasiado para su gusto. La oficina de Cartografía tampoco le daba mucho trabajo, por lo que se aburría inmensamente. Ya no le apetecía pasear por el pueblo, tantas veces recorrido por ella y Asmodeus esos días.

Frustrada por no poder siquiera hacer un embrujo a alguien, se fue a la taberna municipal a desahogarse con una buena cerveza fría.

Faryyyy escribió:

Tras volver de la mina y caminando por la Calle de la Luna veo la casa de Nabi y recuerdo que en uno de mis bolsillos guardé un papel donde le había escrito algo que le daría de regalo por haberme ayudado muchas veces, me acerco a la puerta y golpeo pero no sale nadie, al parecer no esta en casa, pobre pienso que debe de andar muy atareada con los trabajos, hubiera querido darselo personalmente pero decido doblarlo y con fuerza lo deslizo por debajo de la puerta para asegurarme que lo vea cuando entre. Al seguir caminando por la calle veo que en una de las ventanas se asoma el gato de Nabi y se queda mirandome fijamente mientras yo me alejo "mmm...hay algo raro en ese gatito..."

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En la tasca se tomó una cerveza, y otra, y otra...
- Nabi, ¿no deberíamos volver a casa ya? Es tarde, y te vas a quedar dormida aquí.
- ¿Qué voy a *hips* dor*hips*mir aquí? Yo aguanto *hips* lo que sea. Pero *hips* tengo hambre.

Se levantó y se fue tambaleando hasta su casa. Vio al rey de los demonios en su forma gatuna sentado sobre el alféizar de su ventana. Dejó de andar y lo miró fijamente, con ira, esperando que se fuera. Después de verlo alejarse, entró a su hogar, seguida de su fiel compañero.

Oyó que una de sus pisadas era distinta, así que levantó el pie y vio una nota pegada a su bota. La cogió con cuidado y fue al salón. Allí se sentó en su sofá, entrecerró los ojos y se acercó la nota. "No es la letra de Miguel. Quien haya sido, tiene que ser una broma".

Empezó a tener frío, así que se concentró hasta hacer que el papel se prendiera y lo lanzó a la chimenea, dejando que el fuego se expandiera sobre la leña y se tumbó sobre el sofá. Se dejó caer sobre el sofá y se quitó las botas usando sólo los pies, cerrando los ojos al sentir que todo le daba vueltas y haciéndole olvidar que tenía el estómago vacío.

Sintió una leve corriente acariciando sus pies, recordándole que la puerta de la calle estaba aún abierta. Con un leve movimiento de la mano, la cerró mágicamente y dejó que el sueño la venciera.